Maite SOROA | msoroa@gara.net
Una lectura benévola del tejerazo
Cualquiera con acceso a internet ha tenido ocasión de contemplar la delirante entrevista a Fernando Savater en la que, entre divertido y alocado, agradecía a ETA la «diversión» de la que ha disfrutado a lo largo de todos estos años.
Y a pesar de la obscena claridad con que se expresaba el pájaro, un espeso manto de silencio se ha extendido sobre tan embarazoso asunto. Lo más grave que se ha leído por ahí es que «Savater no tuvo un buen día». De lo que se trata es de maquillar la cruda confesión de parte (sin que mediara incomunicación ni malos tratos) sobre el inmenso negocio y divertimento de que han gozado algunas y algunos a cuenta del sufrimiento de todos. Savater ha levantado el velo y se apresuran a volver a correrlo.
Ayer, en «El País», Luis Daniel Ispizua se entregaba a tan sacrificada tarea y advertía que «los movimientos sociales de enfrentamiento a ETA han tenido sus líderes y portavoces. Uno de ellos, y creo que fundamental, ha sido, es, Fernando Savater». Se conoce que le divertía.
Ispizua se deshacía en halagos hacia el estrambótico personaje: «siempre he admirado, y lo seguiré haciendo, algunas de sus cualidades. La gracia y agudeza de su escritura, sí, aunque a veces resulte algo desdeñosa. Pero aunque ni la gracia ni la agudeza lo caracterizaran, admiraría también en él su vitalismo, su sentido del humor -tan goloso de cualquier ocasión que le permita su vuelo-, su capacidad de trabajo, su gozoso apremio por la necesaria alegría, su juventud, en suma». Ahora nos explica lo de la eterna juventud producto de su entrega a la diversión: «Esa juventud que en nada necesitaba al terrorismo para alargarse, aunque él haya manifestado lo contrario». A eso se le llama reinterpretar al autor.
Ispizua lo tiene más claro que el propio autor del despropósito: «Cuando Savater, en declaraciones que supongo levantarán ampollas, ha manifestado que le está agradecido al terrorismo porque le ha hecho estar vivo, activo, metido en política y haciendo cosas de jóvenes, y que se ha divertido mucho luchando contra ETA, no estaba haciendo un ejercicio de frivolidad, sino dando muestras de su personalidad, su carácter y su concepción de la vida». Algo mucho peor que frívolo.