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Alvaro Reizabal Abogado

Cosa de hombres

Ruiz Mateos jura que pagará a todos los inversores hasta el ultimo céntimo, incluidos intereses, y si no fuera así, se pegaría un tiro... si no fuera, claro está, porque sus creencias cristianas se lo impiden

Aparecen en la foto de pie, hieráticos, presididos por el jefe del clan, José María Ruiz Mateos, delante, al frente de todos, haciendo el signo de la victoria con ambas manos. Y es que no es para menos, porque comparecen públicamente para anunciar que las principales empresas del grupo que comandan se acogen a la posibilidad recogida en el artículo 5.3 de la Ley Concursal, vulgarmente llamada preconcurso. Anuncian a bombo y platillo y con trompetas de victoria la inminente ruina del grupo. Comparecen sólo los hombres de la tribu. Ni la lideresa consorte, Dña. María Teresa, flamante presidenta del Rayo Vallecano, una de las empresas preconcursada, ni ninguna de las siete hijas del matrimonio aparecen para nada. Ni falta que hace, que para llegar a tan altas cotas de catástrofe se bastan y se sobran los machos solos. La ruina, como el Soberano, es cosa de hombres.

El histriónico empresario gaditano protagonizó en su tiempo episodios difíciles de olvidar, tales como sus apariciones vestido de Superman o las amenazas y rotura de gafas al ex ministro Miguel Boyer al grito de «¡yo te pego leche!». Ahora resulta que la lechera del grupo, Clesa, también está en bancarrota. No menos sonada fue su fuga de la Audiencia Nacional española en octubre de 1988. Había sido trasladado desde la cárcel de Alcalá Meco para declarar ante el juez Divar, actual presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial. Un «descuido» de los policías que lo custodiaban y la ayuda de terceros le permitieron disfrazarse con barba y bigotes y una gabardina y abrirse. Las malas lenguas hablaron de que el descuido no era comprensible y los responsables fueron cesados fulminantemente, pero gracias a su «travesura», se multiplicaron por mil todas las medidas de seguridad de la sede judicial de la calle Genova, para desesperación de todos los que íbamos allí con frecuencia y perdíamos tiempo y más tiempo gracias a los nuevos controles que implantaron aprovechando su evasión.

Han pasado muchos años desde la expropiación de Rumasa aquel 23-F de 1983, los suficientes para que hayan creado Nueva Rumasa, por sistema muy parecido al anterior: grupo de empresas que acumulan grandes riesgos entre ellas y estructura piramidal, así que, ahora, como en Egipto, la cosa piramidal se ha ido a hacer puñetas. Los Ruiz pasan de comisión del mercado de valores, incumplen la obligación de consolidar los balances del grupo, no llevan a cabo las preceptivas auditorías tanto del grupo como de cada una de las sociedades obligadas a ello, pero muchos infelices y a la vez avaros siguen dándoles sus dineros tras el señuelo de los altos intereses. La palabra del Ave Fénix, al que se vinculaba con el Opus Dei, vale tanto que jura que pagará a todos los inversores hasta el ultimo céntimo, incluidos intereses, y si no fuera así, se pegaría un tiro... si no fuera, claro está, porque sus creencias cristianas se lo impiden. En este caso sí puede decirse, con razón, que su fe le ha salvado.

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