Festival de cine de no ficción de Iruñea
De Jean a Luce Vigo, un paseo por punto de vista
El festival de cine de no ficción de Iruñea llega a su ecuador. El ganador de la mejor película se fallará este domingo entre las doce que compiten en sección oficial. El mejor director se llevará el premio Jean Vigo, en honor al fallecido realizador francés. La hija del cineasta defiende la necesidad de «pelear» por festivales experimentales como éste.
Aritz INTXUSTA | IRUÑEA
El cineasta Jean Vigo nació y murió en París entre 1905 y 1934, cuando falleció de tuberculosis. Grabó su primer documental («À propos de Nice») en 1930 y su obra fílmica se limitó a tan sólo cuatro obras, realizadas además, con precarios medios de filmación. Sin embargo, dos de estas películas, «Zéro de conduite» y «L' Atalante», cimentaron buena parte de la cinematografía francesa, quizá lo mejor de ella. La ópera prima de François Truffaut, «Los 400 golpes», bebe directamente del mediometraje «Zéro de conduite». Veinte años después de su muerte, París tuvo que reconocer la obra fílmica de Vigo, por lo que instituyó un premio con su nombre destinado a los jóvenes cineastas franceses. Desde 2004, el festival documental de Iruñea, Punto de Vista, entrega también el premio Jean Vigo al mejor director.
El propio nombre que se eligió para el festival de la capital navarra proviene de las tesis de Vigo, quien defendía la denominación «punto de vista documentado» para sus propios trabajos. Más allá de la herencia filosófica -que se mantiene a la hora de programar las películas que se exhibirán y entrarán en competición- el legado de Jean Vigo en Iruñea se hace carne en la figura de su hija, Luce Vigo, quien ha arropado desde sus inicios este festival, también en esta séptima edición. «Lo veo como un niño que va creciendo bien. Todos los años aprendo algo nuevo», afirma Luce Vigo. «El primer año, me invitaron a participar como jurado y ahora mantengo una vinculación muy fuerte con Punto de Vista, porque considero que hay que pelear para se mantengan certámenes como este».
Luce Vigo es una mujer mayor y, aunque ella lo niegue, se ha convertido en uno de los emblemas del festival. «El importante aquí es mi padre, no yo», afirma. Liberada ya de su papel como jurado, Vigo se pega un atracón de películas todos los años (en esta edición, aun siendo bastante más corta que las anteriores, se proyectan 118 títulos, entre cortos y largometrajes). «En festivales así aprecio que hoy día todavía hay gente que tiene el mismo espíritu que mi padre a la hora de rodar, que tiene el mismo amor por el cine y la misma independencia», sostiene la hija del fallecido director.
Para Luce Vigo, el cine comercial resulta monótono, porque «parte siempre de las mismas premisas: que guste al público y que genere mucho dinero. En consecuencia, todas las películas son iguales». Frente a esto, Vigo propone un cine que no sea fácil de encasillar, que tenga un estilo propio. «El otro día tuve una discusión con mi vecino de arriba, que estudia en una escuela de cine. Él me dijo que tenía que buscar ideas que gustaran a quienes financian las películas y que gustaran también al público. Le respondí: ¿Dónde queda tu ambición? ¿Por qué no haces películas que te gusten a ti?».
Los documentales que se proyectan durante los seis días que dura el ciclo mantienen esa premisa; es decir, que no están pensados para gustar a la mayoría. En ninguna de las películas de la Sección Oficial que se proyectaron ayer había diálogo, salvo unas frases aisladas que pasan desapercibidas. Además, buena parte de lo hasta ahora proyectado carece de banda sonora que amenice el metraje. Por eso, resulta difícil levantarse de la butaca con aire indiferente: o llega el mensaje o, simplemente, lo aborreces. Pero esta impresión no garantiza que la siguiente proyección vaya a generarte la misma impresión.
A pesar de todo esto, y aunque las cifras de público tienen mucho camino por mejorar, la cantidad de público que hasta ahora se ha acercado hasta las salas de los cines Saide está siendo mayor que otros años. El miércoles fueron 770 y el martes se superaron los mil espectadores. Los responsables de esta edición parecen satisfechos y confían en mejorar los seis mil espectadores de 2010, ya que aún queda por delante todo el fin de semana. Batir las cifras de espectadores constituye todo un éxito, ya que este año la reducción del 20% de los fondos que el Gobierno entrega al instituto navarro de cinematografía (INAAC) se ha traducido en recortes importantes: el festival dura menos días y ya no hay proyecciones en los cines Golem. Por otra parte, esta decisión ha favorecido que la gente se concentre en las salas de Carlos III, cerca de Alde Zaharra, con lo que el festival ha ganado bastante vida.
Ben Russell, que ganó el premio Jean Vigo al mejor director en el festival del año pasado, ha regresado a Iruñea como miembro del jurado. Poco queda de la imagen seria de hombre trajeado que lucía en su anterior visita; esta vez lleva una enorme barba pelirroja que le da un aire hippie, más próximo al tipo de cine que realiza. «Destacaría de este festival el criterio que tiene a la hora de elegir su programación. Los criterios no son los típicos y existe una gran sensibilidad. Todo lo que aquí se proyecta tiene un toque experimental que te obliga a cuestionarte qué es realmente un documental». Este cineasta de Chicago adelanta que las películas «narrativas» lo van a tener complicado para ganarse su voto. «Me gustan las buenas películas en general, pero el concepto de narratividad es el que menos me interesa. Prefiero las que trabajan la relación entre el formato y el contenido», explica Russell.
Su compañera en el jurado, Naomi Uman, no piensa igual. «El hecho de que una película sea narrativa o no, para mí tiene bastante poca importancia. Yo pondría el énfasis en que el documental esté bien trabajado, en que cada elemento tenga su porqué». Uman, ucraniana, explica que, ella premiará «aquéllas películas que exploten las reglas hasta ahora establecidas y que tengan de verdad un contenido, más allá de la mera estética de las imágenes».
El austríaco Hans Hurch sería el tercer realizador en figurar dentro del jurado, aunque, sin embargo, actualmente es uno de los nombres de referencia dentro del mundo del documental, porque dirige la Viennale de Venecia desde 1997. Santos Zunzunegi no ha repetido en esta ocasión.
Los otros dos miembros que elegirán a los ganadores del festival este domingo son el catalán Josep Maria Català Domènech, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, y Joshua Siegel, que trabaja en el Departamento de Cine del MoMA. Su labor, más allá de la programación de ciclos de cine en el museo neoyorquino, ha estado vinculada a la publicación de libros y ensayos.
Quizá por este motivo, Siegel destaca de Punto de Vista el esfuerzo que hace en publicar libros como «Lo personal es político», que aborda la relación entre documental y feminismo. «Es interesante que un festival destine fondos a recuperar la historia del cine de no ficción, sobre todo cuando se centra en elementos concretos», explicó Siegel. El libro se ha publicado -una vez más- sólo en inglés y castellano. Josetxo Cerdán, director de Punto de Vista, dice que no el libro no incluye una traducción al euskara por falta de fondos.
El festival también tiene un hueco para la producción de no ficción en Nafarroa. En total, son cinco las propuestas que se proyectan. “Notes on the other” es un trabajo de Carlos Mugiro, el anterior director de Punto de Vista. Tras conocer a los dobles de Hemingway, este guionista se planteó si el escritor también quiso alguna vez ser otro. “No crecen” trata de acercarse a las personas que se encuentran detrás del espectáculo del bombero torero. Más ambicioso es el trabajo “778. La chanson de Roland”, que aunque ya puede verse en otras salas vascas, en Nafarroa será la primera vez que se proyecta esta reconstrucción de la batalla de Orreaga.
Por otra parte, también se podrán ver dos documentales que todavía se encuentran en proceso de producción. “Pura vida” es un trabajo sobre el montañero Iñaki Otxoa de Olza, que realizan las productoras Txalapart y Arena, y que se proyecta mañana. El otro documental inacabado es “El doctor”, una apuesta más intimista en la que Jesús López Sanz, investiga sobre quién era su padre y que refleja la la Iruñea de los años 50 a los 80.