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Victoria en Badalona de Bizkaia Bilbao Basket

Llamen al Vaticano por si es un milagro

El partido fue horrible y estuvo mediatizado por la expulsión de Mumbrú. Los de Katsikaris remontaron 17 puntos y ganaron gracias a Blums y Aaron Jackson.

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DKV JOVENTUT 76
BIZKAIA BILBAO BASKET 80

Arnaitz GORRITI I

Aaron Jackson apareció como si de un ángel custodio se tratara, para redimir el horripilante encuentro de Bizkaia Bilbao Basket y dar a los hombres de negro -ayer de blanco- un triunfo que, por si las moscas, debieran consultar en el Vaticano. Por si se trata de un milagro.

Porque ganar jugando peor debe ser casi imposible. O sin casi. Verdinegros y bilbainos jugaron un partido inenarrablemente malo que sólo se rompió a favor de los de Katsikaris merced al gran último cuarto de Blums y Jackson, no sin antes haber remontado 17 puntos de desventaja, 29-12, en el arranque del segundo período.

Pero fue la expulsión de Álex Mumbrú la que mediatizó por completo el partido. El alero badalonés, uno de los pocos sostenes de los hombres de negro en un primer cuarto para olvidar, protestó airadamente a los árbitros en la pelea por un rebote. Uno de los colegiados, Pérez Pizarro, se cansó de la charlatanería del alero bilbaino y le señaló técnica, pero éste no cejó en su empeño y, abandonando cualquier intención de jugar, siguió protestando ante un árbitro que no lo dudó ni un instante: segunda técnica y, a renglón seguido, descalificante al canto.

Tras los tiros libres de rigor, la Penya se adelantaba 29-12, poniendo una merecida rúbrica a un primer período en el que los de Pepu Hernández pasaron por encima de los bilbainos. Su defensa -más bien sus alternativas de individuales y zonas- cortocircuitaban el ataque de los de Katsikaris y se mostraban muy atinados en el tiro de tres, especialmente un Hosley muy centrado.

Pero hete aquí que el incidente de Mumbrú despertó a Bilbao Basket. Hasta aquel momento, salvo un par de chispazos de Mavroeidis y Jackson, nada bueno se pudo destacar. Si acaso, que Hervelle podía volver a jugar tras perderse el choque del domingo pasado por un golpe en la rodilla.

No obstante, a partir del segundo cuarto, la defensa de los vizcainos al fin empezó a parecerse a algo digno de llamarse defensa, y en ataque los «binarios» Blums y Vasileiadis comenzaron a mostrar el camino. Al mismo tiempo, fruto de una apatía de retaguardia brutal de los verdinegros, hombres como Banic o Warren también empezaron a ver el aro.

Así, con un parcial de 16-26, rematado por un «dos más uno» de Banic y un triple sobre la bocina de Warren, el resultado mostraba un esperanzador empate a 38 en el descanso.

Apareciendo a tiempo

Lo más difícil ya estaba conseguido, aunque cabía la posibilidad de que cundiera la relajación en el seno bilbaino. Pero ayer no era un día para relajarse, ya que ni el rival, ni el propio partido daban margen a tales veleidades.

A diferencia de los dos primeros cuartos, en este tercero ambos equipos apretaron algo sus defensas, aunque también es verdad que hicieron gala de un muestrario completo de pérdidas de balón: pases malos, peores recepciones, precipitaciones a tutiplén... El primer equipo que se serenara y respirara un par de veces antes de actuar, tenía mucho ganado.

Así, aunque aún arrastra el calvario de las molestias en el tendón de Aquiles, Marko Banic emergió con siete puntos en este cuarto. El Pollo volvió a tirar de inteligencia y, mientras Blums y Jackson preparaban su traca del período definitivo, el de Zadar conseguía que su equipo llevara casi siempre la iniciativa.

Por parte verdinegra, el hispano-ruso Dimitry Flis daba la réplica con varios tiros lejanos, de modo que Bizkaia Bilbao Basket arrancaba el cuarto final con una exigua ventaja de tres puntos: 50-53.

Llegaba la hora de la verdad, y fue en ese momento en el que Blums volvió a enchufarse. Varios triples del letón propiciaron un amago de escapada en el que, con 56-61 en el luminoso, se pudo soñar incluso con lograr el basket average.

Pero no fue posible y, de hecho, el triunfo jamás corrió tanto peligro como en ese momento, a menos de cinco minutos del final, ya que la Penya reaccionaba con un 10-2 de parcial, poniéndose 66-63 merced a un triple de Josep Franch.

Ahí emergió Aaron Jackson. El base norteamericano anotó ocho puntos en los minutos finales y, con la ayuda de Hervelle y Banic en defensa, más Blums y Warren, que también echaron una mano en el ataque, el milagro del triunfo imposible se hizo carne. Pero por si acaso, pregunten por el Vaticano. Por si es un milagro.

Katsikaris destaca el «carácter» y el «corazón» de su equipo

Rebosante de alegría y orgulloso por la remontada de los suyos. Más allá de cualquier cuestión táctica, Fotis Katsikaris destacó el carácter de sus jugadores.

«La Penya es un equipo competitivo que nunca baja los brazos, pero nosotros siempre buscamos nuestras opciones», dijo.

«El equipo ha tenido corazón para darle la vuelta a una situación muy complicada tras la expulsión de Álex. Para un equipo que quiere competir, una remontada como ésta no es cuestión de detalles de baloncesto, sino de carácter», subrayó. A. G.

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