La historia se repite
Oinatz y Ruiz sumaron un punto vital para mantenerse con opciones a costa de unos combativos colorados.
Ander GARTZIA I
Al igual que sucedió en la primera vuelta del torneo, fue el dúo Bengoetxea VI-Ruiz quien finalmente se llevó el gato al agua en un final vibrante, donde Titín III, contagiado por un Adarraga al más puro estilo de «La Bombonera» argentina, y resguardado por un buen Pascual en la segunda parte, vendió cara su derrota merced a su vehemencia y una defensa al alcance de muy pocos.
Pese a gozar de innumerables ocasiones a lo largo del encuentro para ponerse por delante en el luminoso, el delantero de Tricio y el zaguero lizartarra fueron siempre a remolque en el marcador, y a la mínima que el delantero habilidoso de Leitza dispuso de ocasiones claras para abrir brecha en el marcador, no las desperdició.
Con cinco puntos en su haber, la pareja navarra se sitúa a la altura de Gonzalez-Laskurain e Irujo-Merino II, aunque gracias al tanteo favorable, se colocan en el cuarto puesto a falta de dos partidos para que concluya la primera fase.
En la otra cara de la moneda, pintan bastos para el riojano y el navarro, quienes con cuatro puntos en su casillero necesitarían alcanzar el cartón 22 en las dos citas que faltan, amén de buenos tanteos para beneficiarse en caso de empates. A priori, el enfrentamiento del viernes ante Iker Arretxe e Ibai Zabala es el que parece más asequible, aunque en un hipotético todo o nada se las tendrían que ver con Olaizola II y Begino, a quienes ya derrotaron por la mínima hace dos jornadas en el Adarraga.
Flojo arranque
En un inicio de encuentro algo dubitativo para los colorados, fue el caracolero quien se echó a sus espaldas toda la responsabilidad, sabedor de que el devenir o el rumbo de un partido con tintes de final, por todo lo que se jugaban ambas parejas, podría empezar a decidirse desde muy temprano, ya que un parcial inicial de 0-5 de los azules, además de la inseguridad que transmitía en esos primeros compases su guardaespaldas, no auguraban una tarde plácida para los seguidores acérrimos del riojano. Pascual, errático y sin chispa, era incapaz de quitarle pelota a Oinatz, mientras que el leitzarra se pegaba un festín a base de ganchos.
El público de Adarraga arengó sin cesar al zaguero de Aspe para que éste entrara en calor y estalló de júbilo en la primera ocasión que el lizartarra enseñó su espalda a su vecino. Poco a poco Pascual fue recuperando golpe y sensaciones, aunque no bastó para que dominara con claridad a un Ruiz muy correcto, quien cubrió la cancha a la perfección ante las arremetidas de Titín. El choque fue muy igualado, con empates a 7, 8 y 12, pero al final acabó imponiéndose el arte de Oinatz y la serenidad de un Ruiz que perdió muy poco.