Carlos Iglesias debutó de forma convincente en la realización con «Un franco, 14 pesetas», obra sobre la emigración completada con el documental «Un euro, 3'5 lei». Sigue mirando hacia la memoria histórica de los que tuvieron que salir, pero esta vez no como emigrantes, sino como exiliados políticos. Se calcula que los llamados Niños de Rusia fueron unos tres mil. La evacuación tuvo lugar durante la Guerra del 36, como una solución desesperada por parte de las familias republicanas para salvarlos del horror fascista. Aunque la película se centra en el periodo que va de su salida al estallido de la II Guerra Mundial, cuando una vez en Rusia deben sobrevivir al avance del ejército de Hitler, también abarca hasta mediados de los años 50, ya que entonces hubo un amago de intercambio de los ya adolescentes por prisioneros de la División Azul. Pero la mayoría se sentían integrados en el colectivismo soviético y no deseaban volver a la represiva España franquista. Finalmente, se llega hasta la muerte del dictador, momento en que la opción del regreso pasó a ser de índole personal.

«Ispansi» está influenciada por la estética del realismo soviético y por la renovación que del mismo Elem Klimov hizo en la impactante «Masacre (ven y mira)», en la que mostraba las atrocidades cometidas por los nazis en la Campaña de Rusia. Carlos Iglesias ha vuelto a trabajar en coproducción con Suiza, ya que encontró una aldea, construida en madera por emigrantes rusos a principios del pasado siglo, que recordaba a las del Volga.

La película en terminos genéricos es un clásico cruce entre el drama bélico y el romance, al narrar el encuentro entre un comisario político republicano que huye a Uzbekistán y una enfermera falangista que oculta su identidad para poder cuidar del hijo que le arrebataron los suyos por ser madre soltera, y que ahora marcha en el convoy que parte de Stalingrado con rumbo a una zona más segura. El amor y los peligros compartidos les harán superar las diferencias ideológicas existentes entre los dos bandos.