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666, el «azote divino» de Koma

«La tendencia es a decir más con menos, tanto en letras como en música»

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Brigi Duque

Cantante de Koma

Koma lleva más de quince años en escena. Sin embargo, ni la rutina ni las tendencias merengues de la actualidad pueden con ellos. «La maldición divina» es uno de los mejores discos de metal de la temporada. Con descaro, fuerza y tensión, se muestran, asimismo, melódicos y comprensibles.

Pablo CABEZA | BILBO

Juan Karlos Aizpun, Rafael Redín, Natxo Zabala y Brígido Duque formaron Koma en Iruñea en 1994. Tras unos meses de ensayos y orientación, en febrero de 1995 se estrenaron en los recordados estudios Orion. De allí salieron canciones como «Tío San», «El pobre», «Las bragas « o «2 años, 4 meses y un día». El cuarteto nacía con Goma dos en los dedos, por lo que el ruido, su ruido, recorrió loros, casetes, calles, radios especializadas... y conciertos. De su futuro no sabían nada y menos aún imaginaban que, quince años después del primer pacto, pudieran estar tan vivos y agitados. Llegaron los discos, el reconocimiento, las actuaciones, los festivales, un año de descanso y este «La maldición divina», apoyado por el mismísimo Dios.

¿Una banda con su joven veteranía se cuestiona lo que hace y el cómo o sigue patrones impregnados por los años?

Tomamos la opción de hacer lo que nos va saliendo, sin censurarnos. Si un tema nos convence, tiramos hacia delante sin tener en cuenta ni a medios de comunicación ni a público. Seguimos preparando la jugada más ilógica.

¿Cree que un vocalista que también es batería, como usted, tiene algo a favor, un extra?

El tocar la batería te permite tener una visión más global de los temas, pero son sólo instrumentos. Lo más importante es tener imaginación para crear, porque si no es así acabas copiando patrones y aburriéndote.

Un día, ya lejano, tomaron la decisión de preservar los trabajos habituales por encima de Koma. Tiempo después decidieron lo contrario, apostar por la banda y la dedicación completa, quizá ya con una escena más productiva y con más oportunidades. ¿En qué fase se encuentra el grupo en la actualidad?

Hace ya unos seis años que apostamos sólo por la banda y, por ahora, hemos sobrevivido con dignidad, lo cual ya es para darse con un canto en los piños tal y como está el panorama.

Le ofrecen al heavy un homenaje envenenado con «Voy a comprarme una almohada cervical. Lo nuestro siempre fue el heavy metal». A pesar de los años y de que parece que siempre están enfadados, por su estilo, mantienen un humor socarrón en muchas canciones.

Si, es cierto. Seguimos con la misma ironía y las mismas ganas o más que cuando empezamos. Disfrutamos del privilegio de poder dedicarnos a la música y eso es lo más grande para nosotros, nos pone.

¿No me digan que en la furgoneta de los Koma también se cuentan chistes?

Si nos pusieran micrófonos en la furgo, la peña fliparía. Siempre es mejor no conocer a tus ídolos y mantener el misterio.

Tuvieron una época en el que convirtieron el metal burro en algo elegante con sus trajes...

Sí, así fue, pero hemos abandonado esa estética para dar paso a una imagen mucho más cañera. No obstante, la estupidez no se nos quita ni duchándonos con zotal.

¿Cómo surgió la idea de los trajes en su momento?

La historia parte de la gente de Apoteke Producciones, que fueron quienes nos hicieron el primer vídeo del disco anterior, «Sakeo». Por la razón que fuere, ellos nos veían muy del estilo de la película «Reservoir dogs». La idea nos gustó. Teníamos un par de trajes baratos. Unos los compramos en Buenos Aires, aprovechando una actuación que tuvimos allí, y otros en unos grandes almacenes chinos. Alta costura.

Usted siempre ha estado cachas, quizá por esas clases que toma de lucha grecorromana. ¿Sigue zancadilleando a la gente o prefiere el sofá?

Bueno, estuve tres años practicando lucha grecorromana, pero lo dejé. Ahora me he pasado a la pelota mano. Con todo, cuando me tiro al sofá de cabeza, le hago llaves.

¿Qué condiciones tienen que darse para que haya o llegue un disco de Koma?

La única condición que exigimos es que tengamos unas cuantas canciones que nos convenzan, que nos motiven. De otra parte, cuando uno cuenta con nuevos temas, el repertorio se refresca y es un aliciente más para sentirse motivado, tanto en el local de ensayo como en el escenario.

Los grupos metálicos no pueden actuar en locales pequeños, bares. Tampoco el metal es un estilo que se dé en exceso en las fiestas de los pueblos... ¿Son los festivales el oxígeno para bandas duras como Koma?

Llevamos tocando en festivales desde que empezamos, pero nos da igual tocar en fiestas de cualquier pueblo, porque lo disfrutamos igual. Los festivales nos gustan porque nos juntamos con otros grupos con los que tenemos relación desde hace muchos años, aunque también nos gustaría que fueran entrando grupos nuevos en los grandes carteles. Y si pueden ser de metal, aún mejor.

En Iruñerria hay un cierto tono flamenco en alza. Parece que algo también les ha salpicado, aunque sea sólo un guiño.

En nuestro caso, es sólo un poco de vacile porque nosotros musicalmente miramos más al norte que al sur. Respetamos todos los palos y hay buen ambiente entre los grupos, pero nosotros no hemos mamado flamenco.

Rouco Varela no estará de acuerdo con «Dios sólo castiga a los pobres»; ahí está Ruiz Mateos. ¿No me digan que ustedes son de ésos que tampoco van a misa?

Todavía no hemos visto a Ruiz Mateos en la puerta de una iglesia. Nosotros atacamos, sobre todo, al negocio que tienen montado aprovechándose de la necesidad de cierta gente de creer en cualquier timo. De todas formas, vivimos tranquilos ofendiendo a todos estos becerros de oro.

Diría que les siguen gustando Metallica...

Sí hasta el «Black» y, después, algún tema suelto, pero hubiéramos preferido no verlos haciendo el ridículo en la pantalla.

¿Componen los discos poco a poco o son de los que necesitan presión y forzar la marcha, casi obligados?

No. Vamos siempre con tranquilidad y la mantenemos. Por eso, en cierta medida, es normal que se nos queden temas en el tintero por falta de tiempo. Preferimos no forzar la máquina. Por suerte tenemos una actividad en directo lo suficientemente amplia como para que nos permita componer sin presiones. Cuando tenemos las suficientes ideas acumuladas nos vaciamos en la bajera y vamos montando las canciones poco a poco. No hay más.

Han grabado «Bagare». ¿Quizá se la habían oído a Etsaiak? Casualmente, Araba Euskaraz ha organizado un concurso de versiones de este tema. ¿No se habrán presentado?

Nos enteramos de la versión de Etsaiak cuando ya habíamos grabado la nuestra y de lo del Araba Euzkaraz nos informaron por medio de nuestro mánager, cuando le pidió permiso a Gontzal Mendibil para hacer la versión. Es un tema que nos gustaba a todos y nos apetecía que fuera de Euskal Herria lo escuchara la peña que nos sigue.

¿De lo aprendido durante todos estos años, qué es de lo que más se ha utilizado?

La tendencia a decir más con menos, tanto en las letras como en la música.

LA IGLESIA

«Todavía no hemos visto a Ruiz Mateos en la puerta de una iglesia. Nosotros atacamos, sobre todo, al negocio que tienen montado aprovechándose de la necesidad de cierta gente de creer en cualquier timo»

EQUILIBRIO

«Es, probablemente, el disco más variado y melódico de todos los que hemos hecho, cierto, pero siempre dentro del tipo de bases metálicas que nos gustan»

EN FORMA

«Estuve tres años haciendo lucha grecorromana. Ahora me he pasado a la pelota mano. Con todo, cuando me tiro al sofá de cabeza, le hago llaves»

Inspirados, melódicos y más duros

«La maldición divina» es el octavo disco de Koma, que para un grupo vasco es como alcanzar un 8.000. Puedes sufrir el mal de altura, vértigo y mareo, más que nada por no conseguir absolutamente nada; puedes quedarte congelado, porque nadie te llama para actuar; puedes arruinarte y perder el equipo, no hay manera de pagar los plazos de todo el instrumental, el último estudio, el local de ensayo... Y puedes ver el mundo, desde arriba, desde la cima, como es el caso. ¿Tanto? En realidad no. Las grandes estrellas toman altura en avión, no hacen vivac, siempre duermen en grandes hoteles... pero para un entorno tan pequeño como este, tan mal cultivado musicalmente y haciendo metal, no hay mucho más que escalar.

Koma retoman su discografía con uno de sus mejores discos. Ni idea de si es el mejor, si acaso lo intuyo, pero tengo por seguro que convence a la primera, que suena como una tormenta a dos metros y que contiene cinco singles espectaculares: «Sin oxígeno», que termina como cuando el Melendi se emborrachaba en los aviones; «La almohada cervical» (Nos conocimos en los cursos del Inem. Tú hacías informática, yo también. Tú con tus modelitos, yo de Lucifer. Pero aún así subiste a mi tren azul (...). Pero en tu casa la que manda te encerró (...). Por eso voy a hacerme una almohada cervical con las tetas de tu madre y un rosario de la virgen del Palmar de Troya con sus bolas chinas de metal. Heavy metal, lo nuestro siempre fue el heavy metal...) y un veterano del heavy iruindarra, Jorge, de Sparto, concluyendo la canción con un grotesco falsete al grito de heavy metal; «Quién sobra», con su toquecito a lo Clash, y la conclusión de Koma de que quien sobra es Dios, personaje que viene a ser un hilo conductor en todo el disco; «No te lo tomes a mal» es otro sencillo, de esos que siempre deberían estar sonando en la radio, y «Me vacío», de nuevo ronda a los Clash, la limpieza de los mejores Police, dando vida a otro singular himno.

«La maldición divina» es un disco duro y salvaje, pero con muchos matices melódicos. «Es, probablemente, el disco más variado y melódico de todos, pero siempre dentro del tipo de bases metálicas que nos gustan», sentencia Brigi en nombre de todos los Koma. P. C.

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