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Imanol Intziarte Periodista

Recital de cante y zapateo en Túnez

Ataviado con botas impermeables hasta los muslos, el insigne presidente español se plantó en el revuelto río tunecino para ver qué se puede pescar. Algo habrá que se les pueda vender, algo tendrán que se les pueda comprar. Se envuelve todo en el papel de colorines de la «ayuda humanitaria» y ya habrá tiempo en el futuro de recordar favores pasados. ¿Te acuerdas quién fue el primero que te hizo una visita para respaldarte? Conviene estrechar lazos con los nuevos mandamases, por si duran y se asientan en el cargo. Hasta aquí, el análisis de este ciudadano de a pie, abonado al piensa mal y acertarás.

Pero lo más cachondo fue el recital que se marcó Zapatero de cara a la galería. Se arrancó por seguidillas, asegurando que «España estará al frente para consolidar las aspiraciones de los pueblos del norte de África». Manda bemoles que diga eso el líder de un estado que hace más de tres décadas dejó tirados a los saharauis y que le hace la ola al rey de Marruecos.

A renglón seguido, unas bulerías para soltar que «estaremos ayudando al proceso democrático de los países árabes». Dudo mucho que dijera lo mismo en los días anteriores, cuando estuvo de gira por la Península Arábiga, recaudando inversiones de los jeques de Qatar, Emiratos Árabes y compañía, demócratas convictos y confesos a más no poder.

Zapatero, entre tanta palabrería hueca, tiró por peteneras y subrayó que de ningún modo España pretende dar lecciones a ninguna otra nación. Más les vale, porque si copiaran el modelo, lo primero que tendrían que hacer Ben Alí, Mubarak, Gadafi y los que puedan caer en adelante sería nombrar a sus respectivos sucesores en la jefatura del Estado, para que estos les rindieran fidelidad y pleitesía. Tiempo habría más adelante de mantener todo el entramado judicial, policial, militar... dándole, eso sí, una capa de pintura «democrática».

Hubo más, pero basta con tres botones de muestra. Mañana será Sarkozy, pasado mañana algún otro... Y se quedan tan flamencos, ni se sonrojan ni ná.

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