Maite SOROA | msoroa@gara.net
Argumentario para los jueces
Cada día les cuesta más disimular el pánico que les produce la mera posibilidad de que la izquierda independentista pueda estar presente en las elecciones en igualdad de condiciones que el resto. ¿Por qué será?
Ayer Enrique Aguirrezabal, en su columna de «El Mundo», insistía en asesorar a los jueces ilegalizadores, no vaya a ser que a alguno le dé vergüenza suscribir los patéticos argumentos presentados por la Fiscalía.
Aguirrezabal tranquilizaba a los jueces: «No pasa nada, absolutamente nada, si por una decisión del Tribunal Supremo Sortu no tiene cabida en el Registro de Partidos Políticos».
Y es que el hombre no tiene dudas y pretende transmitir esa misma seguridad a quien debe estampar su firma en la sentencia: «Sin ambages, Sortu es Eta y viceversa». Lo suelta así y se fuma un puro.
Pero es que él presenta una prueba definitiva: «tras la detención el martes de un comando de presuntos (...) cabía esperar que los promotores del partido en ciernes salieran a la palestra y dijeran al respetable que se congratulan de la detención de los que otrora fueran de los suyos y, de paso, que ése es el camino, el único para orillar a quienes no respetan las reglas del juego en un Estado de Derecho. Tan sencillo como esto (...) Pero no ha sido así. Han optado por achantar. Y esto, tratándose de quienes se lampan por ser un partido político, invita a la sospecha». Y, en la democracia a la española, las sospechas de Aguirrezabal son pruebas irrefutables. ¡Que ingenioso!
Y, además, el columnista se erige en árbitro y dice lo que cada cual debe hacer y, además, cuando debe hacerlo: «lo que no cabe es que ante un hecho tan palmario como es la detención de cuatro gañanes de un almacén de explosivos y armas -que a saber qué irían a hacer con todo ello-, nada se diga». O sea que si no dices lo que quiere Aguirrezabal, te condenas a la ilegalidad.
Y para que a los jueces no les queden dudas sobre lo que deben hacer y no sientan remordimientos por ello, el columnista de Pedro J. Ramírez insiste: «Demasiados obstáculos para alcanzar la democracia externa que exige la Constitución y la ley de partidos. Lo siento. Otra vez será». Eso lo veremos.