GARA > Idatzia > Iritzia> De reojo

Raimundo Fitero

Charlas de café

Los personajes mediáticos a veces no defraudan. No hablo de Mourinho, un ego con canas, sino de esos individuos que merodean constantemente por los noticiarios diciendo frases que van construyendo una argamasa de estulticia antidemocrática. Y no hace falta fijarse mucho ni en Conde Pumpido, ni en la vieja brigada felipista de ZP, ni siquiera en esa reliquia llamada Urkullu y mucho menos en quienes son capaces de ser tan cínicos de dar altavoz a esa mentira en la que informan que uno de los detenidos en esa operación televisada se ha autolesionado. Es casi una confesión de tortura. Pero según la versión oficial seguro que se ha metido una bolsa de plástico en la cabeza mientras los interrogadores le leían la constitución y la Biblia en verso.

Los anteriormente citados crean opinión, joden, molestan, hacen el trabajo sucio que realizaba el cansino y amortizado Mayor Oreja, preparan una nueva operación para mantenerse en el poder y robar alcaldías y seguir alterando el mapa socio-político vasco, pero yo quisiera referirme a una sobreactuación de Paco Camps, el de los trajes, el sospechoso señor de las corrupciones levantinas, que desde que la cúpula del PP lo ha confirmado como candidato, se siente ungido de la santidad y del don de la palabra. Aparece espléndido en el parlamento valenciano, jocoso, haciendo chistes, con esa gracia que Escrivá de Balaguer le ha dado, insultando a la oposición, y acusándoles de que todas sus iniciativas son fruto de «xarradas (charlas) de café».

Hay que verle el gesto, la chulería ramplona, yo hasta diría que la pluma que suelta, pero es una frase diagnóstica. Casi toda la doctrina política actual, las medidas gubernamentales de quienes nos afectan no parecen nada más que fruto de charlas de café, pero de máquina. No hay profundidad, ni proyección, ni coherencia. Es una suerte de concurso de ocurrencias, vaguedades y lugares comunes. Se ha rebajado tanto el nivel que se puede temer lo peor. Escuchar cualquier día a Maria Dolores de Cospedal es darse cuenta de lo que es una política prefabricada, vacía, un robot vestido de Armani y peinado por Rupert. No desesperemos porque todo puede empeorar.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo