Espero que nadie perciba �nimo de injuriar en este comentario pero, si sucediera as�, tampoco me sorprender�a. Patxi Zabaleta volvi� a hablar el jueves a trav�s de las ondas de Radio Euskadi sobre la izquierda abertzale. Esto tampoco me resulta sorprendente, m�s teniendo en cuenta que el l�der de Aralar siempre puede argumentar que responde a lo que se le pregunta. No obstante, ya resulta cansino que, en las jornadas en las que la izquierda abertzale centra el inter�s informativo, la citada emisora p�blica elija a un representante de Aralar para analizar el tema de actualidad y que esta formaci�n se preste a ello, ofreciendo de esta manera -sea �sa su voluntad o no- la imagen de �contra-portavoz� de la opci�n pol�tica a la que la direcci�n de EITB pretende mantener silenciada.

Centr�monos en la noticia del jueves: la presentaci�n por parte del Ministerio de Interior, a trav�s de la Abogac�a del Estado, de la demanda de ilegalizaci�n de Sortu. Vaya por delante que Zabaleta mantuvo su oposici�n a la estrategia del Estado y defendi� el derecho de la izquierda abertzale a concurrir a las pr�ximas elecciones en igualdad de condiciones con el resto de opciones pol�ticas. Tambi�n se mostr� convencido de que el Tribunal Supremo aceptar� las impugnaciones de la Abogac�a y la Fiscal�a General del Estado, y que el Constitucional resolver� finalmente a favor de Sortu. �sta es una tesis muy extendida desde que el 7 de febrero se presentaran los estatutos del nuevo partido. Para no dejar ning�n resquicio a la sorpresa, Zabaleta tambi�n coloc� el habitual �pero� sobre las espaldas de la izquierda abertzale; dijo que no entiende por qu� �no se presentaron los estatutos en octubre ni en noviembre, ni en diciembre, ni en enero�.

Otra vez a vueltas con el calendario, el reloj y el cron�metro. Y hasta la jornada electoral en cuesti�n a�n veremos transcurrir marzo, abril y veinti�n d�as de mayo. Un tiempo que debe utilizarse para seguir construyendo un escenario democr�tico en Euskal Herria sin permitir que las deliberaciones de los tribunales de Madrid marquen el ritmo.