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Editorial 2011/2/28

Libia: revuelta y riesgo

(...) la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, declaró ayer mismo que su país «está en contacto con numerosos libios que intentan organizarse en el este (de Libia), en momentos en que la revolución se extiende también hacia el oeste»; señaló que el mundo asiste al «principio de la era post-Kadafi», y dijo que Washington está dispuesto a ofrecer «cualquier tipo de ayuda» a los opositores. Es significativo que la diplomacia estadunidense haya formulado para Libia un ofrecimiento que no tuvo para los movimientos opositores en Egipto o en Túnez, ni tampoco para las expresiones de inconformidad que se desarrollan actualmente en otras naciones del Magreb y en Medio Oriente contra estructuras políticas vetustas, anacrónicas y antidemocráticas. (...)

Más allá de los motivos detrás de esa postura -distintas voces críticas de Washington la han atribuido, por ejemplo, a un designio de ese gobierno por hacerse del control del petróleo libio-, la perspectiva de una internvención militar de Estados Unidos y sus aliados en Libia es indeseable y riesgosa. A estas alturas, parece difícil que el injerencismo estadunidense termine por reforzar la posición del líder libio, quien justamente ha insistido en culpar a los gobiernos occidentales, empezando por el de Washington, de las revueltas que se viven en su país. Mucho más probable es que la aplicación de medidas militares por Estados Unidos se volviera un factor adicional de tensión y división en Libia, terminara por alimentar las diferencias políticas y tribales en ese país, y pusiera en riesgo las posibilidades de un proceso de transición soberano que garantice su integridad como nación.

La proliferación de información incierta, fragmentaria y confusa -cuando no distorsionada- sobre lo que ocurre en Libia representa una dificultad adicional. Cabe recordar los señalamientos formulados por los senadores John McCain y Joe Lieberman, quienes pidieron que Washington entregue armas a los rebeldes y reconozca al gobierno provisional libio. Tales señalamientos pasan por alto la confusión que prevaleció ayer tras las colisiones declarativas de los opositores libios (...).

En la circunstancia actual, en suma, la postura de Washington frente a Libia parece, más que un gesto de solidaridad con los opositores de ese país, un nuevo intento de reforzar sus intereses y su control en esa nación y en la región. Frente a ello, es particulamente necesario que la opinión pública internacional demande que en Libia se aplique, como reclama el Consejo Nacional de Bengasi, el principio de no intervención.

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