PARIS-NIZA 3ª etapa
Los velocistas se resisten a ceder el testigo del triunfo
La cara en el tercer sprint consecutivo de la prueba francesa fue para Matthew Goss, con etapa y liderato. La cruz, para Peter Sagan, con caída y abandono.
A.U.L.
La tercera etapa de la París-Niza parecía idónea para que los gallos de la carrera se empezasen a dejar ver. O, al menos, para que los aventureros arrebatasen definitivamente el protagonismo a los esprinters. Pero el paso de la llanura interminable a las carreteras rompepiernas no fue suficiente para que los velocistas cediesen el testigo.
Al menos los nombres propios cambian de jornada en jornada. Esta vez fue Matthew Goss el que levantó los brazos. Por partida doble. El corredor de Columbia -el equipo más laureado del pelotón, junto a Rabobank, en este inicio de temporada- no sólo fue el más rápido entre los galgos, sino que además se enfundó el maillot de líder.
Si la cara fue para el australiano, la cruz tomó el nombre de Peter Sagan. El eslovaco, que llegaba a la cita tras exhibirse en Cerdeña -tres victorias de etapa y general final- se fue al suelo en el sprint final y acabó la jornada en el hospital. No fue el único que tuvo que quitarse el dorsal. Aunque Romain Sicard, en realidad, ni siquiera tomó la salida, debido a un intenso dolor en la rodilla derecha que ya le estaba molestando en las jornadas previas.
Con un euskaldun menos en el pelotón, la carrera del sol hizo honor a su sobrenombre y los 202 kilómetros entre Cosne Cours sur Loire y Nuits Saint Georges se desarrollaron bajo la chicharra y sin el viento que tantos problemas había creado la víspera. Los valientes no se hicieron esperar. Mil metros de pedaleo y ya saltaban Cyril Gautier, Jussi Veikkanen, Romain Hardy, Biel Kadri y Cédric Pineau. El pelotón dejó hacer aunque, para cuando los fugados alcanzaron la Côte de Bécoup, a veinte kilómetros de meta, su ventaja era mínima y su suerte estaba echada. También la de Thomas Voeckler, que probó con una intentona tardía.
Los galgos volvían a afilarse los dientes y, aun con sprint accidentado, se repartían de nuevo los laureles.
Habrá que ver si hoy también se salen con la suya. No parece fácil, porque los 191 kilómetros entre Crêches sur Saône y Belleville están repletos de dientes de sierra. No muy afilados -los siete puertos son de 2ª y 3ª-, pero dientes a fin de cuentas.