Serbia y Kosovo se sentaron ayer en la mesa de negociación esponsorizada por la Unión Europea. Las negociaciones directas, en igualdad de condiciones y con una agenda abierta, girarán en teoría sobre temas vitales del día a día de la vida de los kosovares, como las telecomunicaciones y el transporte aéreo o por carretera. Y aunque ninguna de las partes abandona sus «irrevocables» posiciones sobre la declaración unilateral de independencia, todo indica que el objetivo de una eventual aceptación como miembros del club europeo persuadirá a ambos para alcanzar una solución de compromiso.

Hace tres años Kosovo celebraba con fuegos artificiales su independencia. Todavía no cuenta con la mayoría necesaria para entrar en la ONU, pero tiene un punto de inflexión a su favor: la Corte Internacional de Justicia estimó que la declaración de independencia no rompía la legislación internacional. Tres años después, los fuegos artificiales han sido reemplazados por la fría realidad. En Serbia la llamas de cólera se han calmado y son muchos los que piensan que no se puede dar parar el reloj. Tres años después, Kosovo ha caído de los titulares internacionales, pero la historia todavía no ha terminado.