Vhäldemar presenta uno de los discos más completos del metal vasco
En 1999 Carlos Escudero, Pedro J. Monge y Óscar Cuadrado cruzan sus vidas para formar Vhäldemar en Barakaldo. Con la impaciencia del devoto, pronto concluyen su primera demo, a la que seguirán los discos «Fight to the end» y «I made my owl hell», que les sitúa alrededor de 2003. Por diversas circunstancias, la banda atraviesa su particular desierto. Tras siete años sin oasis, llega el pelotazo «Metal of the world», que interesa al sello californiano Stormspell.
Pablo CABEZA |
La historia del quinteto Vhäldemar comienza a cincelarse a primeros de los noventa cuando Carlos, voz y guitarra, Pedro, guitarra, y Óscar, bajo, se transforman en jevimetaleros en bandas previas como Ruptura, Cotton Fields o Tupanca Corral.
Tras unos meses de callejeo, Eduardo Martínez, ex del grupo Anarko, se ocupa de la batería. Con esta formación atacan una primera maketa (2001) con una portada más propia del death que del jevi metal (heavy metal si se prefiere la pureza de la Virgen). Con el inicio de la década de 2000, llegan sus dos primeros álbumes, «Fight to the end», marzo de 2002, y «I made my own hell», diciembre de 2003, ambos para el sello Arise Records, que consigue colocar un buen puñado de discos por media Europa.
El cuarteto comienza sobre 2004 a componer «Metal of the world», momento en el que se suma a la banda Aitor López, guitarra, también miembro de Under Silence, lo que permite a Carlos centrarse en la voz.
En 2007 Edu sufre un accidente laboral que le obliga a dejar la batería. En su lugar entra Alex de Benito, componente de Steel Puppets.
«Lo cierto es que estamos hablando -comenta Pedro J. Monge- de un disco de muchas, muchas horas de producción y de tantas o más de trabajo compositivo. Hemos madurado mucho, no es un disco cualquiera, quiero decir al uso, ya que la gente siempre va corta de dinero o de tiempo. Nosotros también vamos cortos de pasta, pero el disco se empezó a componer hace cinco años y a grabar hace cuatro. Lo grababa en mis ratos libres mientras trabajaba con Carlos Creator en sus estudios, por lo que le he podido dar muchas vueltas al sonido y meter horas que otros sin el apoyo de una multinacional (¿existe eso hoy?) no podrían haber llevado a cabo. Tras esta fase, remasterizamos el disco en mi propio estudio [Chromaticity, en Asua], donde se concluyó. Creemos, sinceramente, que hemos hecho algo único. El que no lo quiera ver no lo verá, pero así es».
Quien escuche «Metal of the world», se quedará de inmediato con el esfuerzo melódico realizado, estribillos, coros... El trabajo que exige un buen disco de power metal. «La verdad es que hemos empleado muchísimo tiempo en todos los aspectos del disco, tanto en composición como en grabación, arreglos, mezla, producción...El resultado de tanto esfuerzo ha sido fantástico, ya que Pedro es un gran profesional y se ha encargado de todo sin escatimar tiempo. Todos estamos muy satisfechos», sentencia Carlos Escudero que, si se dedicara al thrash, estaría en un timbre cercano al de James Hetfield (Metallica).
Guitarras
Repasado el valor de las composiciones y el esfuerzo por combinar caña y líneas melódicas, con el empuje de la poderosa sección de ritmo de la banda, surgen las guitarras de Pedro J. Monge, inconmensurable, de maestro. «Cada una de las notas que se escuchan en el disco han pasado una por una por mi cabeza. Producción, grabación, masterización... Absolutamente todo venía de una idea que llevaba mascando desde hace tiempo: buscar la perfección en un disco de heavy metal. Crear el muro de sonido del metal», precisa Pedro J. quien, de otra parte, afirma no haber querido dar excesivo protagonismo a la guitarra solista, sino dedicarse a buscar grandes estribillos, himnos. «Eso sí, en los momentos que hay que meter guitarra, se mete. ¿Qué es una canción de heavy metal sin un buen solo de guitarra?», concluye.
Desde la humildad y con el esfuerzo económico y artístico del grupo, «Metal of the world» será editado en breve por el sello californiano Stormspell, discográfica que les representará internacionalmente. No obstante, de modo puntual, la banda comienza a tener pedidos en Alemania, Rusia, Grecia, Holanda, Latinoamérica... Oyentes que en canciones como «River of blood», «Wild hearts», «Bastards» o allá donde pulses, se han encontrado con canciones perfectas. Puro heavy, power o speed metal, como es el caso de la despiadada «Old king's visions III», que cierra álbum rompiendo las baquetas y sin perder melodía. P. C.