Mikel INSAUSTI I Crítico cinematográfico
El hundimiento del Potemkin
Hay noticias de las que uno nunca querría enterarse, pero que se ven venir sin remedio. Cuando llegan no hacen sino confirmar lo que ya sabíamos, que la cultura cada vez importa menos en un mundo mercantilizado, donde no hay cabida para las iniciativas personales que apoyan causas perdidas como lacinefilia.
El día 20 de este mes cerrará definitivamente sus puertas Potemkin Filmoteka, tras seis años de ejemplar actividad en el barrio de San Juan en Iruñea. La consecuencia más grave en primera instancia es que dos mujeres emprendedoras pierdan su puesto de trabajo, cuando una idea como la suya era merecedora de todo el apoyo que deberían recibir los proyectos privados que reportan un bien a la comunidad.
Ahora, que deja de existir, es fácil decir que constituyó una utópica alternativa a la también agotada fórmula del video-club convencional, pero en mi opinión respresentaba mucho más. Era la filmoteca que nunca ha existido oficialmente, porque tanto la Filmoteca Vasca como la Navarra no tienen una actividad real al no programar proyecciones de cara al público. Existe un enorme vacío para el conocimiento de la historia del cine por parte de las nuevas generaciones, y sé de lo que hablo, puesto que la formación que pueda tener se la debo a las maratonianas sesiones a mediados de los 70 en el cine Covadonga, una de las muchas sedes previas a la actual ubicación madrileña del cine Doré. Allí aprendí todo lo que sobre cine en la Facultad de Ciencias de la Imagen no supieron o no quisieron enseñarme.