Maite SOROA
Abominan del debate político
Los elementos más refractarios del nacionalismo del botijo están a un paso del colapso del sistema nervioso. No lo ven claro pero intuyen que las cosas se les escapan de las manos.
Ayer Pedro de Hoyos, en «Periodista Digital», llamaba a no dejarse engatusar. Y lo expresaba desde parámetros como el que sigue: «A mí siempre me ha parecido una tontería exigir a Herri Batasuna o a cualquiera de sus cabezas mutantes que condenara el terrorismo. No he podido entender el empeño de nuestras autoridades en exigir unas palabras que siempre pueden resultar vanas o falaces y que en cualquier caso son rápidamente arrastradas por el viento». ¿En qué quedamos?
Lo que le pone de los nervios es que «Ahora Sortu ha `rechazado' los últimos acontecimientos terroristas en el País Vasco y con ello ha puesto un poquito más difícil su ilegalización».
Y es que el tío está convencido de que «Sortu puede perfectamente hoy decir una cosa que suene agradable a los oídos de los jueces y mañana pasar a ETA una lista de los vecinos del pueblo y sus posesiones, por ejemplo. O puede pasarle un tanto por ciento del sueldo de sus concejales. Tenemos amplia experiencia en pagar a nuestros asesinos, sus armas y sus confidentes con nuestros propios impuestos». Y los de la izquierda abertzale, ¿no pagan impuestos?
El hombre se embrolla en su propio discurso y termina por reconocer que «ETA acabará cuando ya no queden jóvenes vascos que deseen sumarse a sus filas, bien por presión policial o por decisión política, no porque lo diga con bondadosa sonrisa, ante micrófonos, cámaras y jueces, el portavoz de guardia». Lo de la «presión policial» parece que no ha funcionado hasta la fecha.
Pero le puede la convicción y le hace sufrir: «Lo que diga Sortu siempre será dicho con la boca pequeña, todos sabremos que en realidad piensan lo que piensan y que en cuanto puedan harán con la información y los dineros que reciban lo que siempre han hecho [los jóvenes] porque saben que Sortu es sólo una comedia con un fin determinado».
Ya pueden ver qué grado de tensión rige en las filas de los más contumaces unionistas. Lo que les tiene fritos es la confrontación política.