Finalmente, el presidente español Rodríguez Zapatero aceptó los términos exigidos por la canciller alemana Merkel en el conocido como Pacto por el Euro. En una carta dirigida al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, anunció que respaldaría el ajuste de los salarios a la competitividad de las empresas, justo la misma semana en la que el rating del crédito español volvió a bajar en un nuevo episodio que no es el capítulo final de esta historia. Difícilmente podría esperarse otra respuesta de Zapatero. Si la economía española, enormemente dependiente del crédito exterior, quiere tener acceso al fondo de rescate europeo, pagado fundamentalmente por Alemania, la decisión sólo presenta una opción: la capitulación ante la agenda alemana. Pero también Alemania está presionada en lo doméstico. Intenta que la Unión Europea no se convierta en una Unión de transferencias económicas donde los estados ricos den apoyo financiero a los pobres. Pretende que los rescates sean una excepción a la regla, que sólo se lleven a la práctica cuando la eurozona en su conjunto esté en peligro. Alemania exige mucho y da muy poco a cambio. Zapatero da demasiado y no está en condiciones de exigir gran cosa.