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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Eguiguren les va a desquiciar

A nadie se le escapaba que el artículo publicado por Jesús Eguiguren en «El País» iba a desencadenar una verdadera tormenta política -el medio es el mensaje- y que la derechona se iba a poner rampante.

Ayer el editorialista de «Diario de Navarra» mostraba su profundo disgusto y sus reproches: «La crítica inoportuna y destemplada del presidente del Partido Socialista de Euskadi (PSE) a José Luis Rodríguez Zapatero puede tener varias interpretaciones, pero, de entrada, cuestiona seriamente la política unitaria que estas materias deberían prevalecer en un partido». Y la política unitaria debería ser, además, la que defiende «Diario de Navarra», claro.

El editorialista se hace, además, portavoz policial: «Se puede no estar de acuerdo en algunas decisiones, pero no cabe disentir en el fundamento, y aquí, en lo importante, se trata de permitir o no que una formación similar -por los informes policiales- a la ilegalizada Batasuna esté presente o no en la cita de mayo con las urnas». Lo que está en juego es si todo el mundo tiene los mismos derechos o si el editorialista de «Diario de Navarra» tiene más derechos que servidora. Por poner un ejemplo.

El autor de la pieza tiene claras las cosas: «Mete la pata el responsable del PSE, Jesús Eguiguren, como también lo hace el lehendakari Patxi López; el primero, restando valentía o añadiendo cobardía, según se mire, a José Luis Zapatero; y el segundo, abogando también por la legalización de Sortu, liberándola de todo nexo con ETA». Se empieza a preocupar el tío.

Y es que la duda le corroe: «existe la posibilidad de que las declaraciones de unos y otros respondan a una estrategia estudiada previamente para terminarla de zurcir con alguna componenda, hoy oculta, que vuelva a dar a los ilegales abertzales la posibilidad de ser electos». ¡Cómo les gustan las teorías conspiratorias!

Lo mejor, al final: «sólo queda esperar a que el futuro de Sortu sea una cuestión de legalidad o de ilegalidad, una decisión tomada por los jueces en base a las pruebas que existan, y no un asunto de valentías ni de ventoleras sometidas a la voluntad de políticos». Otro que cree que las demás nos chupamos el dedo.

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