Cuenta atrás para un retorno de la guerra civil en Costa de Marfil
Una vez que la Unión Africana reconoció a Alassane Ouattara como presidente electo, el futuro de Costa de Marfil depende ahora de la determinación de Laurent Gbagbo, aislado en el ámbito diplomático. Ouattara lanzó ayer un ultimátum a su rival mientras sus aliados del norte intentaban avanzar hacia el sur con vistas a reforzar su posición en la capital, Abidjan.
Jean Sébastien MORA
Enfrentamientos con armamento pesado y kalashnikov estallaron ayer en Duekoue, en el oeste de Costa de Marfil, mientras el opositor Alassane Ouattara, reconocido como vencedor en las elecciones tanto por Occidente como por la Unión Africana, lanzó un ultimátum al todavía presidente, Laurent Gbagbo, a que «aproveche su última oportunidad» y ceda el poder.
La localidad de Duekoue está situada 40 kilómetros al sur de la antigua línea del frente en la guerra civil que asoló al país tras el intento de golpe de Estado de 2002. El norte está en manos de los rebeldes de las Fuerzas Nuevas (FN), aliadas de Ouattara en la crisis postelectoral, y el sur, donde se halla precisamente Duekoue, oficialmente en manos de las Fuerzas de Defensa y de Seguridad (FDS), fieles a Gbagbo.
Las FN, en progresión desde la frontera con Liberia, han tomado cuatro localidades del sur desde finales de febrero, mientras la capital, Abidjan, es escenario creciente de una guerra de guerrillas urbana.
En medio de una crisis que ha dejado un saldo de 400 muertos según la ONU y de miles de desplazados, Ouattara señaló en un mensaje a la nación difundido por su propia televisión que «es hora» de que Gbagbo, «acceda a someterse a la voluntad de los marfileños y de la Unión Africana», que reconoció el viernes pasado la victoria electoral del primero en las presidenciales de noviembre.
Sólo Ouattara respondió a la convocatoria y se presentó a la microcumbre africana. La delegación enviada por Gbagbo, con Pascal Affi N'Guessan, presidente del Frente Popular de Costa de Marfil, anunció rápidamente su rechazo a la proposición de mediación presentada por el panel de presidentes africanos. «Laurent Gbagbo ha sido reconocido por el Consejo Constitucional. Estamos listos para verter nuestra sangre y defender la independencia de nuestro país», advirtió el embajador de Costa de Marfil en Etiopía.
La UA reconoció la legitimidad del presidente electo, Alassane Ouattara, y abogó por la formación de un Gobierno de unidad nacional en el que Ouattara ocuparía el cargo de jefe de Estado.
No a la bicefalia
Ouattara se niega, no obstante, a compartir el poder siguiendo los modelos de Kenia o Zimbabwe. «¿Cómo podría compartir el poder con alguien que lo ocupa desde hace diez años y por el que los ciudadanos de la Costa de Marfil no votaron?», insiste.
En el posicionamiento definitivo de la UA, muchos quieren ver una salida efectiva de crisis, una verdadera victoria simbólica de Ouattara que provocaría particularmente una división en el Ejército de Costa de Marfil, que hasta la fecha se ha mantenido fiel al Gobierno de Gbagbo.
Por otro lado, el presidente sudafricano, Jacob Zuma, que había hablado de las elecciones «poco concluyentes» e «imperfectas», era un apoyo para el presidente saliente marfileño, pero a partir de ahora se sitúa tras la posición de la UA.
Sanciones occidentales
Visiblemente confiado por el impacto complementario de las sanciones de la UE contra Gbagbo, Ouattara intenta ofrecer garantías de su futuro Gobierno. No hay que olvidar que algunos de sus partidarios están optando por una solución militar en el oeste del país, lo que ha dejado en papel mojado el acuerdo de desarme de Uagadugú que acabó con la guerra civil. Ouatarra tampoco ha propuesto la desmilitarización, pero quiere «integrar a los rebeldes en el futuro Ejércitol». Tampoco presentó un verdadero programa de recuperación económica, de lucha contra la corrupción y de amnistía para los partidarios de Gbabo.
«Ouattara no es el mayor demócrata africano, pero fue elegido después de un proceso organizado bajo los auspicios de la ONU, un proceso que había sido aceptado por el propio Gbagbo tras varios años de negociaciones», sostiene a media voz un representante canadiense.
Por lo tanto, una intervención armada del exterior parece haber sido descartada, el futuro de Costa de Marfil depende a partir de ahora de la determinación de su presidente saliente. Si es aislado diplomáticamente, Gbagbo todavía puede contar con sus fuerzas de seguridad y sus «jóvenes patriotas». Frente a ellos, los rebeldes y los aliados de las fuerzas «imparciales» tienen también una lógica ofensiva.
Al final son los marfileños los que pagarán el precio. Según el ACNUR, 45.000 habitantes de la Costa de Marfil han atravesado la frontera norte en los últimos tres meses mientras que en el país se han producido ya más de 700 muertes desde que estallara esta crisis política.
Un imam murió tiroteado el martes cuando salía de una mezquita de la capital marfileña. El Consejo de Imames de Costa de Marfil aseguró que no era un objetivo y que cayó muerto por una bala perdida en la guerra de guerrillas entre ambos bandos en las calles de la capital.