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Revueltas en el mundo árabe

El régimen bahreiní controla Manama tras tomar al asalto la plaza de la Perla

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GARA | MANAMA

Las fuerzas de seguridad de Bahréin recuperaron ayer el control del centro de la capital, Manama, e impusieron un toque de queda, tras asaltar el campamento instalado en la plaza de la Perla, que se había convertido en símbolo de la revuelta de los chiíes, mayoría en el país, contra sus gobernantes suníes, y haber dispersado violentamente a los manifestantes, matando al menos a tres personas e hiriendo a un número indeterminado. El ministerio del Interior indicó que tres policías habían muerto en el asalto.

El asalto contra los manifestantes se produjo después que el rey Hamad ben Isa Al-Jalifa, decretara el estado de emergencia tras recibir el apoyo de otras monarquías vecinas del Golfo, que enviaron tropas para ayudarlo a hacer frente a la sublevación popular.

La participación de esas fuerzas, en particular saudíes, en el asalto contra los manifestantes no fue confirmada, pero diputados oficialistas bahreiníes declararon que su rol es proteger «instalaciones vitales» del país.

Cientos de agentes antimotines, llegados en tanques, vehículos de transporte de tropas y de autobuses, tomaron el control de la plaza tras dispersar a los manifestantes.

«Las fuerzas (antimotines) dispararon con balas reales», agregó Jalil Marzuk, del movimiento chií Wefaq, quien agregó que la Policía bloqueó el acceso al hospital Salmaniya y puso impedimentos a la evacuación de los heridos.

«No hubo forma de resistir», declaró uno de los manifestantes de la plaza de la Perla.

Las autoridades justificaron la represión invocando la necesidad de restablecer el orden, y acusaron a los manifestantes de querer paralizar el país.

Los manifestantes ocupaban la plaza de la Perla desde el 19 de febrero en demanda de reformas políticas. Parte de ellos reclamaban, asimismo, la partida de la dinastía sunita que gobierna el país.

Contra la injerencia exterior

El asalto a la plaza de la Perla, y la intervención extranjera en Bahrein, suscitó ayer muchas críticas. Irán levantó su voz contra la intervención de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos y advirtió a sus líderes que podrían sufrir la misma suerte que Saddam Hussein por su «horrible acto condenado al fracaso y que los pueblos de la región ponen en la cuenta de EEUU».

Hasta ahora, Teherán había mantenido discreción sobre la represión en Bahrein y también había reaccionado con prudencia ante la intervención de un millar de soldados saudíes y quinientos emiratíes que respondieron al llamamiento del régimen bahreiní, totalmente desbordado.

Más sorprendente fue la reacción de Hillary Clinton, secretaria de Estado estadounidense, quien censuró las injerencias de los países del Golfo en la crisis de Bahrein y advirtió de que van por el «camino equivocado» al enviar tropas para sofocar las protestas antigubernamentales.

Desde Irak, el primer ministro, Nuri al-Maliki, criticó la intervención extranjera porque, a su juicio, «sólo complica» la situación de la región y alimenta posibles enfrentamientos sectarios en la zona.

El clérigo chií iraquí Moqtada al-Sadr exhortó a los iraquíes a manifestarse en Bagdad y Basora para expresar su apoyo a los bahreiníes.

Unos 2.000 libaneses expresaron ayer en Beirut su apoyo a los chiíes que protestan en Bahrein.

Gadafi financió la campaña electoral de Nicolas Sarkozy

Saif al-Islam, hijo del líder libio, Muamar al-Gadafi, aseguró ayer que su padre financió la campaña electoral del presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien ahora lidera la línea más dura de Occidente contra al régimen de Trípoli abogando incluso por realizar «ataques selectivos». Ayer, el mandatario galo pidió a los líderes de los estados miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que apoyen una resolución para establecer una zona de exclusión aérea sobre Libia, como pide la oposición del país.

Al-Islam, que dijo tener toda la documentación que acredita la financiación de la campaña de Sarkozy, a quien llamó «payaso», señaló también, en una entrevista al canal Euronews, que aunque el Consejo de Seguridad apruebe la petición de la Liga Árabe de establecer una zona de exclusión, «será demasiado tarde porque en 48 horas todo habrá terminado».

Sobre el terreno, las tropas del régimen avanzan sobre Bengasi, bastión rebelde, cuyo aeropuerto fue bombardeado ayer, sin que se informara de daños o víctimas, aunque la oposición dijo que los aviones de Gadafi huyeron ante la «contundente» respuesta. También Misrata fue bombardeada con artillería pesada y allí murieron al menos cinco personas. GARA

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