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El TAV se come sus tierras sin que puedan hacer nada para evitarlo

El Tren de Alta Velocidad pretende atravesar Euskal Herria tan rápido como si no hubiera pasado nada. Pero sí ha pasado, está pasando. A pesar de que la excavadoras hagan mucho ruido, los propietarios a los que les están quitando sus terrenos no se dejan acallar.

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Nagore BELASTEGI I

Desde que comenzó el desarrollo del proyecto del Tren de Alta Velocidad en Euskal Herria, las denuncias de falta de información han sido constantes. Hay, incluso, damnificados directos que se han enterado al mismo tiempo que comenzaban las obras de que parte de la tierra que han cuidado durante años será destruida. Las expropiaciones se suceden en todos los herrialdes a la misma velocidad que pretende imponer el TAV, sin parar. Pasará rápido, mostrando a sus pasajeros lo que una vez fueron terrenos llenos de vida, y los habitantes no tendrán más remedio que acostumbrarse a sentir el traqueteo bajo sus pies. El proyecto quiere demostrar así que es imparable, como el propio tren.

Después de realizar casi todas las gestiones en secreto, está llegando el momento de que todo salga a la luz, cuando ya es demasiado tarde para actuar de forma efectiva. Aun así, muchos dueños de las tierras no están dispuestos a regalar sus terrenos, y aunque se los vayan a quitar a la fuerza, exigen sus derechos. Para que un terreno sea expropiado es necesaria la firma del alcalde de la localidad y del propietario; si alguno de los dos se opone a firmar las actas, se inicia un tramite para la expropiación forzosa.

En Tolosaldea comenzaron hace un año, aproximadamente, a firmar las actas de expropiación, por partes y reuniéndose con cada propietario. Amagoia Eskudero, miembro de AHT Gelditu! Tolosaldea, explica que algunos firmaron muy rápido las actas sin ejercer apenas oposición, convencidos de que se les ofrecía la mejor opción. En cambio, los que han tenido contacto con la iniciativa han podido conseguir más información y así pedir unos derechos mínimos; por ejemplo, que se defina bien el terreno que les van a quitar.

Eskudero denuncia que en los proyectos constructivos «aparecen unas cosas, pero otras no. Si no se trata de un mínimo de metros cuadrados, no están en la obligación de decir exactamente qué construirán en esa zona, de modo que ha habido vecinos que se han enterado al comenzar la obra».

No se sigue la misma pauta con todos los propietarios. Al ofrecer dinero a cambio de las tierras, empiezan con un precio muy bajo y van subiéndolo poco a poco. «Ha habido propietarios que han vendido por un euro el metro cuadrado, porque no tenían experiencia. Otros, en cambio, han llegado hasta los cinco euros», detalla Eskudero. Según añade desde su experiencia, estas ventas las hacen en secreto para que los demás propietarios no se enteren de las ofertas y poder así comprar las tierras a mejor precio.

Con las alegaciones pasa algo parecido. Para poder presentarlas es necesario tener información que permita demostrar que lo que se está diciendo es cierto, pero las autoridades no informan de casi nada.

Sin datos no hay defensa

Mila Elorza, miembro de AHT Gelditu! de Bergaraldea, explica que la función de las alegaciones es variada. «Pueden servir, por ejemplo, para pedir que hagan un estudio de impacto ambiental más especifico, porque en Euskal Herria hay caseríos, caminos, ríos... Otras veces reclamar que realicen las obras más lejos de las casas, y así obligan a que las tengan que retrasar porque hay que hacer los estudios otra vez».

En opinión de Elorza, el tema debía haberse abordado de otra manera, «dando la información de antemano y no cuando el proyecto ya está en marcha». De hecho, la falta de transparencia es el tema que más enfado causa entre los propietarios, porque es esa ausencia de información la que les quita las posibilidades de luchar.

Uno de los mecanismos de defensa es realizar un estudio del terreno antes de que comiencen las obras, para que después puedan pedirse cuentas. «Si, por ejemplo, el tren pasa por un manantial del que se abastece un caserío, eso deberían saberlo, o si los cimientos del edificio son viejos y pueden sufrir desperfectos deberían sacar fotos para probarlo después», subraya Elorza.

Peligro y contaminación

Pero los únicos afectados por el TAV no son aquellos que van a perder las tierras; también hay perjudicados indirectos que tienen que soportar las obras que no cesan día tras día. Un ejemplo: os niños podían jugar libremente hace unos meses en el barrio de Ugane, cerca de Tolosa. Ahora la carretera que une esa zona con el centro del pueblo se ha convertido en un peligro tanto para los pequeños que pasan continuamente por ahí para ir a la escuela o a las clases particulares como para los jubilados que solían pasear tranquilamente.

El peligro que supone el continuo tráfico de vehículos relacionados con la construcción no es todo. «Desde que comenzaron las obras, cuando llueve todo se llena de barro, y cuando hace bueno hay tanto polvo que ni se ve», relata Patxi Urretabizkaia, vecino de la zona. Explicó que algunos piensan que las obras durarán dos años más, otros que cuatro, y los más optimistas piensan que terminarán ya. Aun así, la mayoría no tiene esperanzas por el momento.

El ruido, además, no les deja descansar. «Están haciendo túneles, de noche y de día, las 24 horas. Pero ya nos hemos acostumbrado...», comenta resignado. Cerca de su casa, en un agujero, han construido una escombrera, y por eso el paso de camiones cargados de basura resulta constante. En cualquier caso, el ruido no es lo que más preocupa a los vecinos, conscientes de que eso terminará algún día. Su mayor preocupación es el efecto de las explosiones de dinamita que de vez en cuando hacen temblar la tierra. Temen que pueda dañar la estructura de los edificios antiguos en un futuro.

Xabi Otegi (Tolosa): «Para una obra en casa hay que hacer papeles; para destruir miles de hectáreas, no»

Xabi Otegi es un propietario tolosarra que se ha opuesto en todo momento a la expropiación de sus tierras. Acudió al Ayuntamiento cuando se le llamó, pero no firmó las actas y exigió que se firmaran en sus tierras. La cita fue el pasado 2 de marzo, pero el alcalde no acudió, así que retrasaron la firma a abril.

«Nos han ofrecido la cantidad de dinero mínima legal. Nos hacen chantaje yendo casa por casa, y juegan con el dinero haciendo diferentes ofertas dependiendo de la actitud del propietario. Nosotros siempre les hemos puesto obstáculos y por eso han venido a escondidas a medir nuestros terrenos, porque como es un trozo grande les interesa saber cuanto será», manifiesta.

Sin embargo, no les han dado ninguna información, y es de eso de lo que más se queja. «Nos dicen en general cuántos metros cuadrados nos van a quitar pero no sabemos exactamente de qué zona. Ante esta situación, vamos a realizar una medición por nuestra cuenta para valorar los daños y contrastarlos con lo que ellos nos ofrezcan. Vendrá un topógrafo para determinar la zona y para que no se salgan de ahí, porque primero dicen una cosa y luego otra». Según este vecino, no respetan los límites establecidos y después de concluir las obras les darán la posibilidad de reclamar, pero entonces ya será demasiado tarde, se habrán salido con la suya.

No es la primera vez que Otegi tiene que sufrir los avances en las infraestructuras, puesto que la autovía pasa por delante de su casa. El TAV partirá su terreno por la mitad, y al lado de casa tendrá un túnel que están construyendo, además de un puesto de alta tensión. La familia de Otegi no vive del trabajo del caserío, pero siempre ha tenido una relación muy estrecha con la naturaleza y considera que este proyecto es justo lo contrario: «Quieren quitarnos ese ritmo tranquilo. Nos hemos esforzado en cuidar las tierras y ahora nos las destruyen».

En algunas ocasiones, los ayuntamientos se posicionan a favor de los propietarios y les ofrecen la ayuda que esté en sus manos para que busquen vías de defensa. Otegi matiza que no es su caso, porque el alcalde está de acuerdo con la obra. «Ofrece ayuda a Lakua para que los propietarios hagan lo que ellos quieran. Ellos tienen expertos y nosotros no tenemos ni siquiera información. Estamos sin protección y los demás intentan aprovecharse de nosotros», resume. Y añade que «para hacer una obra en casa tenemos que pedir permisos y entregar papeles en el Ayuntamiento, y ahora que van a destruir miles de hectáreas no ponen pegas».

Luis Mari Eriz (Aramaio): «Antes había aquí peces y cangrejos, pero ahora sólo hay "chocolate"»

El caso de Luis Mari Eriz está muy avanzado. Ya ha visto como las máquinas le arrebataban diez hectáreas de terreno de su caserío en Aramaio y están a punto de quitarle otra más. «No vivimos de los que sacamos del caserío, pero teníamos ovejas, pinares y prados, y cuidábamos de ellos. Ahora tenemos menos», lamenta.

Tras una lucha muy larga no han conseguido demasiado. «Hemos presentado alegaciones por nuestra cuenta y con ayuda del Ayuntamiento, y no han servido de nada. Vienen de buen rollito, no tienen problemas para hablar, y después hacen lo que les da la gana. Al final, con este asunto te oxidas, sientes impotencia porque no hay nada que hacer. Seguirán haciendo lo que quieran sin preguntar», manifiesta molesto.

«Quejarse no vale para nada, entran en las tierras con las maquinas sin avisar, y después hacen como si no se dieran cuenta. Expropian zonas que no estaban dentro de los planes y después nos dicen `ya te pagaremos', pero yo no quiero que me paguen, quiero que me respeten», subraya Eriz con cierta rabia.

Y no es para menos. Tienen que soportar este tipo de pequeños gestos todos los días, y se van acumulando hasta el punto de sentirse incapaces y sin ganas de hacer nada más. Lo que más le duele a este aramaioarra es que digan una cosa y después hagan otra. Declara que el pidió a los responsables que construyeran una pared para asegurarse de que no expropiaban tierras que no les correspondían, y le contestaron que no hacía falta. Sin embargo, cuando llegó el momento metieron las maquinas donde quisieron y después le dijeron «uy, nos hemos pasado».

«Los daños les traen sin cuidado, sólo quieren seguir adelante. Por ejemplo, la carretera está destrozada, pero para ellos es un mal menor», apunta. Respecto al caserío y a sus tierras, ya está resignado. Opina que no hay nada que hacer para mejorar su situación porque «el daño mayor ya está hecho, es irrecuperable».

Justo donde están haciendo las obras había un manantial de donde cogían el agua para el caserío él y sus vecinos. Lo destruyeron y les dijeron que cuando terminaran las obras intentarían buscar la forma de llevar agua hasta sus casas. Hasta entonces, se las tienen que apañar con depósitos que llenan con agua del pueblo, pero no es comparable al de «un manantial que lleva ahí toda la vida».

Eriz también se queja de lo sucio que están dejando el entorno. Asegura que hay un río cerca de su casa donde solían hallarse peces y cangrejos y ahora «no hay más que `chocolate'».

Los afectados navarros cuentan con la ayuda de una ONG

Tras los primeros pasos del proyecto en la zona de la Ribera navarra, los responsables de AHT Gelditu! Nafarroa ya han puesto sobre la mesa sus quejas.

Después de varios años hablando largo y tendido sobre las obras que realizarían en Nafarroa, de sucesivos convenios y de mil y una protestas, el «corredor navarro» de alta velocidad empieza a tomar forma. Según informan los miembros de AHT Gelditu! Elkarlana, los primeros procesos expropiatorios de terrenos en la Ribera se iniciaron durante el mes de febrero. Ese primer tramo corresponde al comprendido entre Castejón y Alesbes. «Como curiosidad hay que citar que en 1936 la defensa de las tierras que ahora han vendido los propietarios de los terrenos de Cadreita, fruto del proceso expropiatorio, culminó con el asesinato de 27 vecinos de este pueblo, incluido el alcalde», citan.

En palabras de los que están en contra de esta obra gigantesca, los promotores del Tren de Alta Velocidad no han dudado en engañar a los propietarios de los terrenos afectados, comprándolos sin informar del alcance real de este proyecto.

Ante esta situación, la Fundación Sustrai Erakuntza -Organización No Gubernamental en defensa del medio ambiente dedicada a la recopilación de información acerca de los impactos negativos sobre el entorno impulsados por las diferentes entidades públicas y privadas- inició una serie de charlas informativas en diversos pueblos y comarcas afectados ofreciendo la ayuda y el asesoramiento jurídico que precisen los futuros afectados.

Esta fundación, junto a AHT Gelditu! Elkarlana y Ekologistak Martxan, realizó en Faltzes un taller de trabajo sobre las acciones jurídicas y sociales a adoptar ante los próximos procesos de expropiaciones de terrenos en la zona media navarra, desde Alesbes a Tafalla. En este taller participaron activamente vecinos de Faltzes, Martzilla, Azkoien y Larraga.

Posiblemente estas iniciativas que llevan a cabo diferentes colectivos ecologistas sean la única forma de poder obtener la información que necesitan para defenderse, y no sólo en cuanto al avance de las obras del Tren de Alta Velocidad.

Según los responsables de AHT Gelditu, Sustrai Erakuntza, que reparte información sobre diversos temas que afectan directamente al pueblo en cuanto a medio ambiente, informó públicamente el pasado 12 de febrero en Tutera sobre el recientemente aprobado Plan de Gestión de Residuos, de la mano de un miembro de la plataforma «Compañía de las 3R»-reducir, reutilizar, reciclar-. Y aseguran que además de los vecinos «tampoco faltaron efectivos policiales, quienes tanto dentro como fuera de la sala, que llegaron a realizar videograbaciones de los asistentes». Otro detalle revelador de las dificultades para articular una oposición ciudadana al proyecto. N. B.

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