Miles de personas huyen de Abidjan dada la enquistada crisis política
El ataque con armamento pesado que el viernes se lanzó contra el bastión pro Ouattara en Abidjan, que se saldó con al menos 30 muertos y 60 heridos, fue la gota que colmó el vaso y, ayer, las estaciones de autobús de la capital marfileñas amanecían repletas de ciudadanos que buscan «refugiarse» en sus pueblos de origen. A estas alturas, el miedo a una guerra civil que cada día parece más cercana pesa más que la supuesta disposición al diálogo de Gbagbo.
Christophe KOFFI (AFP) |
Miles de personas se agolpaban ayer en las estaciones de autobús de Abidjan para escapar de los enfrentamientos, mientras la tensión reinaba en la metrópolis marfileña poco antes del «histórico llamamiento» realizado por el presidente de facto, Laurent Gbagbo.
La crisis nacida de las elecciones presidenciales entre Laurent Gbagbo y Alassane Ouattara, presidente electo reconocido por la llamada comunidad internacional, amenaza cada día con dar el giro final hacia una guerra civil. En Abidjan, los barrios son continuos testigos de enfrentamientos entre las fuerzas armadas afines al mandatario de facto e insurgentes defensores de Ouattara.
En la estación de Adjamé (norte), la más grande de la ciudad, igual que en la de Yopougon (oeste), multitud de personas, gran parte de ellas mujeres y niños, esperaban su turno, maletas en mano, para subirse a un vehículo que les permita volver a sus pueblos para «refugiarse».
«Tengo miedo. Me voy de Abidjan para refugiarme en mi pueblo», afirma Marguerite, rodeada de sus cuatro hijos.
«La consigna es clara, debemos salir de Abidjan, se nos pide irnos», explica Tanoh, sin dar más detalles sobre esa «consigna». «He visto cadáveres en mi barrio. No aguanto más», añade.
Desde el inicio de la crisis post-electoral, más de medio millón de personas han dejado sus hogares, incluidos los 200.000 que han salido de Abidjan y los 90.000 que han huido a Liberia, sumiendo al país en una grave crisis humanitaria, especialmente aguda desde los graves enfrentamientos de mediados de febrero.
Emplazado por la Unión Africana (UA) a dejar el cargo, Gbagbo dijo el viernes estar dispuesto a considerar un «esquema de diálogo intermarfileño» para poner fin a la situación, pero sin matizar cuáles serían los aspectos a discutir.
En ese contexto, instó a los «rebeldes» seguidores de Ouattara a deponer las armas.
Su ministro de la Juventud, Charles Blé Goudé, jefe de los «jóvenes patriotas» pro Gbagbo, celebró ayer un mitin en Yopougon, bastión del mandatario en funciones, en el que llamó a los jóvenes a tomar las armas.
Liberar Costa de Marfil
El lunes había prometido poner en marcha un «lamamiento histórico» a la movilización para «liberar Costa de Marfil».
El mismo Gbagbo ha interpelado también ya a la sociedad, pidiendo «una mayor responsabilidad y una mayor colaboración» entre la ciudadanía y las Fuerzas de Defensa y Seguridad para que «las presencias sospechosas» sean «neutralizadas».
La noche del viernes, un mercado del barrio de Abobo, bastión pro Ouattara, fue escenario de varios ataques con armamento pesado, que tuvo un saldo de 30 muertos y 60 heridos.
El Consejo de Seguridad fijó ayer su mirada sobre Costa Marfil y advirtió que los responsables de ataques contra la población civil no quedarán impunes y que pueden ser objeto de sanciones.
La advertencia fue hecha después del ataque con fuego de mortero registrado el viernes contra un mercado del barrio de Abobo de la capital marfileña, que acabó con la vida de 30 personas e hirió a 60 más.
En una declaración emitida por el embajador de China ante la ONU y presidente rotatorio del Consejo de Seguridad, Li Baodong, ese órgano condenó la violencia en el país africano y calificó de brutal el ataque del viernes, informó Prensa Latina.
Los 15 miembros de esa instancia de Naciones Unidas, subrayaron que acciones como esa no deben quedar impunes y apuntaron la necesidad de pedir cuentas.
También señalaron su determinación a imponer medidas y sanciones contra quienes impiden la solución pacífica y dialogada de la crisis marfileña, obstruyen el trabajo de la misión de la ONU en ese país y violan los derechos humanos y la legislación internacional.
Asimismo, reiteraron su gran preocupación por la dilatada crisis post-electoral en Costa de Marfil y sus negativas consecuencias, especialmente desde el punto de vista humanitario. GARA