Quienes hasta la caída del presidente Mubarak compartían espacio y movilizaciones en torno a un mismo objetivo, se enfrentan ahora a golpes en las calles de El Cairo, lo que viene a ilustrar el gran cambio que ya se ha producido en el país árabe más poblado. Y el resultado del referéndum, que se podría dar a conocer hoy mismo, nos dirá hasta qué punto tenían razón quienes aseguraban que sin el hombre protegido por Occidente, Egipto se convertiría irremediablemente en una república islámica, posibilidad que rechazan millones de egipcios.

Los islamistas pidieron votar que sí, y las otras fuerzas que lucharon contra Mubarak propusieron el no, con lo que sabremos en qué posición se halla cada cual en el inicio de la nueva era democrática egipcia, que ha de servir de modelo a otros pueblos árabes que también enseñan los dientes a sus respectivos gobernantes.

Hasta el mediodía, reinaba la tranquilidad en los colegios electorales, donde miembros del Ejército, de la Policía y jóvenes voluntarios ayudaban a organizar las largas colas de votantes esperando su turno.

El referéndum, que se convocó hace sólo dos semanas, pide a los ciudadanos que voten a favor o en contra de cambiar siete artículos de la Constitución y derogar un octavo con el fin de modificar, entre otras cosas, la duración del mandato del jefe de Estado y los requisitos que deberán cumplir los candidatos a la presidencia.

La de ayer fue la primera votación que hay en Egipto desde el final del régimen de Hosni Mubarak, que se mantuvo en el poder por casi treinta años y que fue derrocado el 11 de febrero por una rebelión popular que estalló el pasado 25 de enero, impulsada por el ejemplo del pueblo tunecino en su lucha contra su dictador, Ben Ali.

«Demasiado pronto»

Entre los electores consultados por las agencias internacionales, la opinión estaba dividida entre el sí a la reforma y el no. En el barrio popular de Imbaba, en El Cairo, Tami Mohamed, pintor, explicó que su voto fue a favor de la reforma: «Creo que ahora todo ha cambiado, pero es necesario que Egipto esté en paz». Mohamed, que con 42 años votó ayer por primera vez en su vida, subrayó: «Primero cambiaremos la Constitución y después cambiaremos todo el resto».

En un colegio electoral del barrio de Dokki, Rasha Milagi, empleada en un banco, aseguró mientras secaba con un pañuelo la tinta indeleble en su dedo índice que su voto había sido en contra de la reforma. «No quiero que las elecciones sean ahora, es demasiado pronto», opinó, antes de aclarar que nunca antes había participado en una votación y que ayer acudió a las urnas porque «es la primera vez que un voto puede cambiar las cosas». En el barrio de Zamalek, una isla en medio del Nilo, Abdala Mohamed Albdala confesó que, a pesar de sus 79 años, también fue la de ayer la primera vez que votaba. «Siento que el país está estable ahora (..), y creo que va por buen camino», declaró, dejando entrever el orgullo que sienten los egipcios, y muchos árabes, por haber sido capaces de hacer frente a gobernantes corruptos y criminales.

Ahmad Salaha explicó que votó en contra porque «el nuevo Egipto necesita más cambios que ocho enmiendas. Tiene que haber un cambio real». Salaha es musulmán pero teme que si hay elecciones presidenciales demasiado pronto se impondrán los Hermanos Musulmanes, el partido de la oposición mejor organizado a estas alturas del proceso político egipcio. «Necesitamos tiempo para que todos los partidos de Egipto sean más fuertes», sostuvo.

La votación se hace con el documento de identidad porque fue imposible confeccionar un nuevo padrón electoral desde que fue convocado el plebiscito. En muchos colegios las urnas se llenaron rápidamente, por lo que las autoridades que organizan el referéndum decidieron enviar nuevas cajas para poder seguir recibiendo los votos. La votación fue tan masiva que los organizadores anunciaron que, después de la hora de cierre, las siete de la tarde, se mantendrían abiertos los centros de votación donde aún hicieran cola personas pendientes de emitir su sufragio.

Apedrean a El Baradei

El premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei fue atacado por desconocidos. «Fui atacado junto con mi familia por un grupo de matones. Rompieron los vidrios de mi coche a pedradas», afirmó en un mensaje distribuido por la red Twitter.

El Baradei, que ha expresado su interés de presentarse como candidato presidencial en los próximos comicios egipcios, aún sin fecha, acababa de llegar a El Cairo, procedente de India. Una de las críticas que se le hace a El Baradei son sus prolongadas ausencias del país. El Nobel de la Paz y ex director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) tiene cierto eco internacional, pero escaso apoyo popular en Egipto.

El activista de la oposición, que hace un año inició una campaña para que se aprobaran reformas políticas, incluyendo modificaciones en la legislación electoral, dijo que durante el ataque que sufrió «no había ni un solo policía. La celebración del referéndum sin seguridad es algo inaceptable», agregó.

El veterano político informó de que votó en contra de las enmiendas constitucionales que se sometían a votación, ya que cree que debería elegirse una asamblea constituyente para redactar una nueva carta magna.

En el referéndum los egipcios deben pronunciarse sobre varias enmiendas constitucionales que, entre otras cosas, recortan el mandato presidencial y relajan los requisitos que deben cumplir los candidatos a la Presidencia.

El esquema vigente actualmente impediría a El Baradei presentarse como candidato presidencial, ya que cierra prácticamente la puerta a aspirantes independientes, pero si se aprueban las enmiendas constitucionales, no encontrará limitaciones legales.