Las movilizaciones populares continúan en los países árabes, a pesar de las maniobras de los gobernantes para desmovilizar a la población. En Yemen, el régimen expulsó el viernes a los periodistas que le resultan más incómodos, los de Al Jazeera, y el Gobierno de Bahrein ha derribado el monumento en torno al cual se congregaban los opositores en la capital, dando muestras de una impotencia que podría augurar la próxima victoria de la revuelta.

Yemen. Las autoridades de Yemen expulsaron en la noche del viernes a dos corresponsales de la cadena de televisión Al Jazeera que habían llegado días antes al país para cubrir las protestas de la oposición, según informó el Ministerio de Información. La expulsión de los periodistas se conoció un día después de que más de 50 personas murieran y 270 resultaran heridas por los disparos de «desconocidos» contra una manifestación de la oposición en las proximidades de la Universidad de Sana'a, según el recuento de víctimas revisado ayer por fuentes médicas.

Disparar contra los manifestantes fue un recurso que demostró ser inútil en Túnez y Egipto, donde quienes ordenaron disparar no lograron sino incrementar la determinación de los manifestantes. En ambos precedentes, fueron los propios gobernantes quienes encargaron los ataques, aunque luego no lo reconocieron.

«El Ministerio pidió a los corresponsales de Al Jazeera que se marcharan de Yemen después de haber cometido infracciones profesionales durante su cobertura de las protestas que se registran en el país», indicó la fuente oficial del régimen, muy debilitado.

Argelia. El presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, prometió ayer que su país abrirá «una nueva página en el camino de las reformas globales», que incluirá reformas políticas, tras la derogación el pasado mes de febrero del estado de emergencia, que estuvo vigente durante 19 años, según la agencia de noticias oficial APS. Sobre el terreno, la Policía impidió la celebración de una manifestación convocada por jóvenes argelinos a través de Facebook para marchar hacia la Presidencia de la República, donde se esperaba otra manifestación de la oposición.

Bahrein. Las autoridades han derribado el monumento de hormigón del centro de la plaza de la Perla, en Manama, epicentro y símbolo de las manifestaciones a favor de la democracia, entre otros objetivos, que comenzaron en el país hace varias semanas. Tras varias horas de trabajo con taladradoras y excavadoras, separaron del suelo los seis pies del monumento, tras lo cual se derrumbó entre un montón de escombros y barras de acero. Privados los opositores de su símbolo, el rey dijo ayer estar dispuesto a «discutir todos los temas en interés de todos los ciudadanos». Sin embargo, estos días ha declarado el estado de emergencia, masacró la gran manifestación de la oposición (seis muertos) y figuras de la oposición han sido detenidas.

Siria. En Siria, las fuerzas de seguridad lanzaron ayer gases lacrimógenos contra los miles de asistentes al funeral por dos de los tres manifestantes muertos el viernes en la localidad de Deraa, en el sur del país, según informaron testigos a Reuters. Además, la Policía secreta ha detenido a al menos una persona.

Las fuerzas de seguridad mataron el viernes a cuatro manifestantes en esta localidad del sur del país cuando participaban en una concentración pacífica en la que se proclamaba «Dios, Siria, libertad» y lemas anticorrupción. Ya el sábado, durante el funeral, los al menos 10.000 asistentes proclamaron una «revolución».

«¡Revolución! ¡Revolución! ¡Alzate, Hauran!», clamaban en referencia a la meseta de Hauran, región tribal siria situada entre las fronteras de Líbano, Jordania e Israel.