CRíTICA cine
«Nunca me abandones» El amor clonado
Mikel INSAUSTI I
Entre las muchas propuestas apasionantes contenidas en «Nunca me abandones», está su planteamiento de una crónica histórica alternativa, que convierte el pasado en futuro, según lo que pudo ser y tal vez acabará siendo. Y dentro del tiempo redimensionado se cuela la canción del título, cantada en la ficción por una tal Judy Bridgewater, detrás de la que se esconde la voz de la revivalista Jane Monheit. La significación que Romanek da a la letra y música nostálgicas de «Never Let Me Go», que es la que David Lynch concedió a «Blue Velvet», con efectos devastadores muy parejos. Entra dulcemente por los oídos, casi suspirando, aunque al final te deja el cuerpo para el arrastre. Justo lo que les ocurre a los jóvenes e ingenuos donantes de esta desesperanzada ilustración del debate entre ciencia y ética, sacrificados como corderos en el matadero para asegurar la continuidad de la sociedad del bienestar.