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Joxemari Olarra Preso político vasco

Determinación y ánimo

Es evidente que un cuerpo encarcelado puede lastrar el pensamiento impidiéndole tomar la altura necesaria para observar los devenires políticos diarios con la imprescindible perspectiva. Los muros que convierten el horizonte en una proximidad que hiere condicionan en cierta medida el análisis, máxime a cientos de kilometros de nuestro Pueblo. Además la información del día a día es suministrada por medios conjurados contra Euskal Herria; nada nutritivos y radicalmente tóxicos.

A pesar de eso y precisamente por ello, un prisionero, como militante político que es, busca sin descanso esas grietas en el muro desde las que mirar su Patria.

No es fácil seguir desde una celda el pulso diario del proceso político que se está desarrollando. Los acontecimientos van en ocasiones a unas velocidades frenéticas para los hábitos de un prisionero. Por ello debo de ser prudente, aunque no por ello menos firme, cuando os expreso mi certeza de que el conjunto de la izquierda abertzale esta acertando en los diagnósticos y pasos que va dando. Y lo digo así de claro, sin retórica, desde la responsabilidad y el orgullo de 40 años de militancia y el honor de ser parte de vosotros, de la Izquierda Abertzale independentista.

Como he dicho en ocasiones anteriores, las estrategias se evalúan por los objetivos alcanzados, que guardan ineludible relación con la capacidad que se haya tenido en frustrar las pretensiones del enemigo. Hay que plantear que buscaba la otra parte y como hemos girado para fijar el contencioso en unos parámetros mas favorables. Esto es, capacidad para superar los condicionantes impuestos y dar la vuelta al tablero para quedar en mejor posición: que pretendían y como hemos invertido los valores.

Partiendo de unas condiciones objetivamente desfavorables hemos sido capaces no solo de sobreponernos a la ofensiva total desatada por el estado -«su madre de todas las batallas»- sino incluso de colocarnos en la centralidad política, recuperando credibilidad ante nuestro pueblo y poniendo en marcha un proceso que va a alterar radicalmente la correlación de fuerzas, y que si somos capaces de sacarlo adelante traerá la normalización democrática y la paz, abriendo el camino al horizonte independentista.

Ello está siendo posible gracias a la extraordinaria militancia abertzale y a su dirección; la debida sintonía entre ambas ha hecho que lejos de caer en la desesperanza y la indolencia hayamos empuñado la rabia generadora de energía e ilusión, la misma que ha mantenido Euskal Herria viva y en pie por encima de las siglas.

No podemos obviar que en pleno siglo XXI seguimos luchando contra dos estados que buscan borrar al Pueblo Vasco del mapa de las naciones. Su fin ha sido y es aniquilar el independentismo, por eso su objetivo prioritario es eliminar a la izquierda abertzale. La estrategia ilegalizadora, autentico pacto de estado contra Euskal Herria, buscaba su expulsión de las instituciones para abocarla, a si, a la perdida de presencia publica que derivara en progresiva disolución de sus bases, entre la criminal represión y la imposibilidad de ejercer sus derechos políticos y sociales. Neutralizando su actividad, con la criminalización, persecución y el paso del tiempo confiaban en que la dirección de la izquierda abertzale seria incapaz de sobreponerse, y al no poder ejercer como tal las bases se irían diluyendo o derivando su expresión institucional hacia el nacionalismo dócil que disfrazara de abertzale su vasallaje a España. El objetivo final, asimilar definitivamente el pueblo vasco; estos también sueñan con el «Domuit Vascones». Error de planteamiento y de evaluación de la realidad. El odio les nubla el razonamiento.

La visión política y la capacidad de maniobra del conjunto de la izquierda abertzale ha dado al traste con esos planes, desarrollando un cambio de estrategia que ha variado el teatro de operaciones y la colocación sobre él de los diferentes agentes -y más que lo hará-.

Pero esto no se ha hecho por fortuna o a toque de varita mágica. Los últimos años han sido muy duros y ha habido que superar momentos extremadamente delicados, hacia dentro y hacia afuera. La clave de ese éxito ha estado en un correcto análisis de la situación y en el entusiasmo, la confianza y determinación de la militancia, que lejos de amilanarse frente a la brutal ofensiva del enemigo ha sabido encontrar caminos insospechados para salir adelante, jugándose la libertad y hasta la vida.

En este punto, quiero destacar también la gran labor de la dirección de la izquierda abertzale a la hora de resituar los parámetros y de maniobrar a pesar de las dificultades. Militancia abertzale y dirección, una única energía que por encima de la represión y la clandestinidad ha generado el músculo suficiente para colocar Euskal Herria de cara a un tiempo nuevo. «Sobre las zarzas y bajo las nubes» se ha desenvuelto con soltura el conjunto de la izquierda abertzale para superar todos los obstáculos y devolver la ilusión y la esperanza al independentismo. Mientras nos daban por aniquilados y se congratulaban por ello hemos dado fuego a su noche criminal y ahora alzamos el futuro en las manos como un porvenir factible.

En unas condiciones homologables a cualquier dictadura fascistoide hemos levantado puentes de comunicación con la sociedad y cauces de debate y decisión entre las bases para que fuera todo el movimiento el que avanzara como un bloque homogéneo y firme, sin que nadie quedara fuera de este proyecto estratégico que hemos elaborado para vencer, para llevar a la nación vasca a la recuperación de su integridad territorial y su soberanía.

Es una apuesta para vencer, que nadie lo dude; por eso no puede quedar fuera ningún abertzale leal a Euskal Herria. Si algún movimiento hace brotar dudas en la inmediatez, confiando en la globalidad de la estrategia; según se amplíe la perspectiva se disiparán esos posibles recelos y se verificará la corrección y la eficacia del planteamiento.

Confianza, determinación y todos unidos como una marea que se llevara por delante todo lo que impide que los ciudadanos vascos seamos dueños de nuestro irrenunciable derecho a decidir lo que queremos y cómo.

Debemos sentirnos orgullosos del recorrido hecho y de nuestra historia. No existe en Europa otro movimiento como el nuestro, y desde allá nos dicen que no caminamos solos. Pero me toca advertiros que si lo vivido hasta ahora ha sido duro, el camino que tenemos delante no lo será menos. Que la ilusión no nos haga olvidar que queremos irnos de España y Francia; es por ello por lo que tenemos que fortalecer al máximo el músculo político para plantarles cara y echar abajo sus planes. Lo lograremos desde la consolidación y la unidad de la izquierda abertzale avanzando sin fisuras, la acumulación de fuerzas soberanistas y la activación de la sociedad.

Vamos a conquistar la legalización por que nos corresponde; vamos también a cubrir el mapa municipal de Euskal Herria con la ilusionante bandera del soberanismo, que seguirá cubriendo con su manto de futuro toda la arquitectura institucional de nuestro territorio nacional. Cargarnos de fuerza, de razones y de cientos de miles de voluntades para que quede claro nuestro peso en esa mesa de partidos que deberá constituirse para alcanzar la normalización democrática y la paz.

Vamos a ir rompiendo amarras para el día de mañana, navegar libres como un estado mas en Europa a la que pertenecemos por ser su pueblo genuino más vivo, más antiguo.

Así las cosas, en nosotros mismos está la llave y la energía para sacar adelante este proceso, haciendo irreversible cada paso y poniéndolo rumbo a la democracia y la paz.

Va a costar, por eso, desde esta celda desde la que os hago participes de mis reflexiones, os hago un llamamiento expreso a comprometernos a tope, a trabajar todos unidos y a concitar más voluntades y compromisos para que con ánimo, energía y empuje saquemos adelante este proceso de forma irreversible.

Hemos llegado hasta aquí. Para el tramo que nos queda nos toca cargar solos con todo el peso de la mochila.

Si queremos coronar la cima, ya estamos todos tirando unidos de esto para hacer que el estado se mueva y el proceso no se enfangue.

Animo eta bultza. Lortuko dugu!

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