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El Celtic se inspira en su historia por un fútbol puro, bonito e imaginativo

El 6 de noviembre de 1887 un fraile marista convocaba una reunión en la iglesia de Santa María, al este de Glasgow, para aliviar las penurias de los inmigrantes irlandeses llegados a la ciudad escocesa huyendo de la hambruna de la patata que asoló Irlanda a mediados de siglo .

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Joseba VIVANCO

El hermano Walfrid, que sólo pretendía aumentar las arcas de su organización benéfica The Poor Children's Dinner Table ('La mesa de los niños pobres'), vio como esa reunión lo iba a convertir en el padre de uno de los clubes de fútbol más famosos del mundo.

Casi con total seguridad, el Celtic FC nunca habría nacido de no haber sido por la hambruna de la patata que causó la muerte de un millón de irlandeses y obligó a otro millón a huir del país. Miles de esos emigrantes católicos pusieron rumbo a Glasgow, una ciudad que no estaba preparada para una afluencia migratoria tan masiva. En ella se toparon con condiciones de vida muy difíciles y la clara hostilidad de los lugareños, la mayoría de religión protestante.

Walfrid había seguido con interés y admiración el ejemplo del Hibernian FC, que se había convertido rápidamente en motivo de orgullo y no poca alegría para la comunidad irlandesa de Edimburgo, tras su fundación en 1875. De hecho, en el primer partido de su historia, el Celtic tomó «prestado» el grueso de su plantilla del Hibernian y, según aumentaba la calidad e importancia de los Bhoys (apelativo por el que se conoce al Celtic), sus mejores jugadores se veían tentados a desplazarse de Edimburgo a Glasgow.

Siempre con colores verdiblancos

Durante sus primeros años el Celtic jugó con camiseta blanca de cuello verde y adoptó sus emblemáticas franjas horizontales verdiblancas en 1903. Uno de los jugadores que lució con distinción el uniforme original fue Willie Maley, que en 1897, con apenas 29 años, se convirtió en el primer entrenador en la historia del Celtic -en su primera temporada en el banquillo el club logró el cuarto título de liga de su palmarés-.

Fue el inicio de una hegemonía extraordinaria que abarcaría 43 años, 30 trofeos importantes y carreras de jugadores míticos como John Thomson, Patsy Gallacher y Jimmy McGrory. Por desgracia, la etapa de Maley incluyó un episodio trágico: el genial y joven guardameta Thomson falleció en un derbi contra el Glasgow Rangers, en el que se fracturó el cráneo tras lanzarse valientemente a los pies de un delantero rival.

La principal estrella de la plantilla de Maley era McGrory. Aunque apenas medía 1,65, su elasticidad y su magnífico remate de cabeza lo convertían en un ariete sin parangón en el juego aéreo. Esta destreza le valió a La sirena para acumular 550 goles durante su carrera, una marca sin igual en el fútbol británico y que no ha podido alcanzar ninguno de sus sucesores en el Celtic. Más tarde, McGrory sería el tercer entrenador del Celtic, pero no tuvo tanto éxito en el banquillo.

McGrory obtuvo una célebre victoria ante el Glasgow Rangers (7-1) en la final de la Copa de la Liga de 1957. Pero a nadie sorprendió que, en 1965, cediera el testigo a Jock Stein, que ya había conducido al Dunfermline y al Hibernian a éxitos importantes. Aunque, a diferencia de su eterno rival, el Celtic nunca se había caracterizado por una política de fichajes sectaria, la llegada de Stein, el primer entrenador protestante del club, fue histórica. Y resultó muy acertada.

Dos años después, un equipo que había vagado sin rumbo por la mitad de la clasificación escocesa alcanzaba la cima del fútbol europeo. El Celtic se convertía en el primer club no italiano, español ni portugués que ganaba la Copa de Europa, con una plantilla integrada en su totalidad por jugadores nacidos a menos de 50 kilómetros de Celtic Park. Stein había prometido conquistar el título practicando ese estilo de fútbol «que hace que los aficionados neutrales se alegren de nuestra victoria», y el triunfo en Lisboa de sus intrépidos pupilos hizo que incluso el entrenador del derrotado Inter de Milán, Helenio Herrera, elogiase «la valentía y el atrevimiento» de sus verdugos.

«Lo hemos conseguido jugando al fútbol -declaró un satisfecho Stein-. Un fútbol puro, bonito e imaginativo». Ese compromiso con el juego de ataque del equipo bautizado como «los leones de Lisboa» se convirtió en un sello distintivo de los equipos del Celtic, propiciando una racha de nueve ligas consecutivas bajo la batuta de Stein que ningún conjunto escocés ha logrado superar.

Tras vivir a la sombra del Rangers en los 90, el Celtic ha vuelto a dominar el fútbol escocés en la última década, en la que se ha llevado seis de las ocho últimas ligas. El triunfo de la temporada 2007/08 fue para muchos el más gratificante, ya que el equipo de Gordon Strachan se llevó el título en una agónica última jornada, cuando dos meses antes el Rangers le sacaba 6 puntos de ventaja con dos partidos menos. El Celtic se ha convertido en un fijo de la Liga de Campeones, y esta campaña superó la liguilla de grupos por segunda temporada consecutiva.

El mejor ambiente de Gran Bretaña

El Celtic Park original, situado junto al cementerio de Janefield (a menos de 500 metros del actual estadio), fue construido gracias al esfuerzo del amplio grupo de voluntarios que reunió el fundador del club, el hermano Walfrid. Albergó su primer encuentro (como no podía ser menos, contra su mayor rival, el Glasgow Rangers) el 28 de mayo de 1888. Pero tres años después el Celtic se mudó de feudo, cuando Walfrid se negó a aceptar una subida abusiva del alquiler anual, que pasó de 50 a 450 libras.

Así fue como otra multitud solidaria se congregó para construir el estadio sustituto, en un ladrillar abandonado, al otro lado de la calle. Un cambio que un periodista de la época comparó con «mudarse del camposanto al paraíso». El apodo de «Paraíso» ha perdurado desde entonces, y Celtic Park -remodelado en profundidad a mediados de los 90- ha adquirido tintes legendarios por su fenomenal ambiente, hasta el punto de encabezar holgadamente una encuesta que llevó a cabo la BBC para determinar la instalación deportiva preferida de los británicos. Los graderíos situados detrás de las dos porterías llevan los nombres de Jock Stein y del mejor equipo en la historia del club, «Los leones de Lisboa». Por derecho propio.

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