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Merkel y Westerwelle se juegan su futuro en Baden Württemberg

La canciller y el vicecanciller alemanes, Angela Merkel y Guido Westerwelle, se juegan bastante más hoy en los comicios de Baden Württemberg que el gobierno del land, en manos de la CDU desde hace 58 años. Un triunfo rojiverde daría un vuelco total en el Bundesrat y, si la derrota de sus rivales fuera rotunda, podría desembocar en elecciones anticipadas.
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Ingo NIEBEL |

No son pocos los problemas con los que la canciller alemana Angela Merkel (CDU) y su vice, el ministro de Exteriores, Guido Westerwelle (FDP), han de solulidiar estos días: los ecos de la catástrofe nuclear de Fukushima, la guerra contra Gadafi y la estabilidad de la zona euro en plena crisis financiera en Portugal.

A ellos se añaden las dos elecciones regionales, que hoy se celebran en el estado federal de Baden Württemberg y en el de Renania-Palatinado. El primero es un feudo de la CDU desde hace casi 60 años; en el segundo gobierna el Partido Socialdemócrata (SPD) con mayoría absoluta. En ambas zonas Merkel y Westerwelle se están jugando su futuro político.

Ya desde el año pasado, cuando nadie hablaba de Japón, Libia y Portugal, los dos estaban bastante tocados por los problemas que vienen arrastrando desde que en 2009 formaron su bipartito, el primero desde hace casi una década. Tanto Merkel como Westerwelle habían perdido el respaldo de importantes sectores de sus respectivos partidos y de sus electorados porque estuvieron más en los títulares de los diarios por sus broncas que por los logros de su gestión al frente del Gobierno.

Ya entonces, los «círculos bien informados» de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) como también los del Partido Liberal (FDP) hicieron saber a la prensa que la pérdida del poder del bipartito regional de Baden Württemberg, dirigido por el como poco controvertido cristianodemócrata Stefan Mappus, podría convertirse en una onda expansiva que se podría llevar por delante la coalición gubernamental de Berlín.

Dimensión de la sangría

Todo depende de la dimensión de la pérdida de votos respectiva de CDU y FDP en Stuttgart. Los pronósticos auguran que el partido de Merkel seguirá siendo la primera fuerza política pero su gobierno depende de los puntos que logren cosechar los liberales.

Los sondeos pronosticaban que los socialdemócratas (SPD) y los Verdes podrán acabar con 58 años de hegemonía de la CDU porque ante todo los ecologistas se han situado más allá del 20%. Con ello habría una mayoría «rojiverde» en la Cámara Alta del Parlamento.

La debacle de la derecha tiene que ver con el polémico macroproyecto de una estación subterránea en Stuttgart, defendida a base de represión policial por Mappus, y con que este político ha sido uno de los más duros apologetas de la energía nuclear. Desde el ámbito de la izquierda se observa con atención si el partido socialista Die Linke (La Izquierda) logrará entrar tanto en el hemiciclo de Stuttgart como en el de Maguncia.

Mirando a Die Linke

En la vecina Renania del Palatinado se preve que el socialdemócrata Kurt Beck perderá su mayoría absoluta pero que seguirá en el poder, formando ejecutivo con los Verdes. Para Die Linke es importante superar también el límite del 5% en este land porque sería una muestra de que ha logrado establecerse como quinta fuerza política en todo el oeste alemán. Sea como fuere, su resultado va a influir en su proceso interno de consolidación y de elaboración de su programa político.

Cuando cierren los colegios electorales, a las seis de la tarde, se sabrá también si los alemanes van a tener elecciones anticipadas a nivel nacional.

Miles de alemanes dicen otra vez «nein» a la energía nuclear

Decenas de miles de alemanes (210.000 según los convocantes) se volvieron a manifestar en Berlín, Munich, Colonia y Stuttgart contra la energía atómica y en favor de un cierre inmediato de las 17 centrales del país. Conocidos políticos se dejaron ver, en el caso de Colonia la ministra-presidente de Renania del Norte Westfalia, la socialdemócrata Hannelore Kraft; en Berlín la verde Renate Künast. Las intervenciones corrieron a cargo de las organizaciones convocantes, ecologistas y sindicalistas.

Las protestas coinciden con la moratoria de tres meses respecto a la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares, acordada hace tan sólo unos pocos meses. Actualmente las siete plantas atómicas más antiguas del país están paradas para supervisar su seguridad.

El propio gobierno ha reconocido que responde a una táctica electoral. Las empresas propietarias de las centrales nucleares, puestas fuera de servicio han interpuesto una demanda judicial.

I. NIEBEL

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