El anuncio por parte de ETA de que está dispuesta a admitir una verificación «no formal» del alto el fuego anunciado en enero, como fórmula para superar la cerrazón de los estados en esta materia, apenas tuvo respuesta por parte del Ejecutivo español, que nunca ha ocultado su incomodidad por una implicación de la comunidad internacional. Madrid es consciente de que el hecho de que la fotografía real del momento político que se vive en Euskal Herria, con un alto el fuego permanente por una parte, y una respuesta violenta y saboteadora, por la otra, se difunda entre la opinión pública del planeta en nada favorece a sus intereses y, sin duda, seguirá tratando de evitar que eso suceda.

Sin embargo, más allá de sus denodados esfuerzos por evitar que la situación política escape a su control en el exterior, el Gobierno español es consciente de que se le ha abierto otro importante frente en la opinión pública, sobre todo la vasca, pero también, cada vez más, en la española. Respuestas como la ilegalización de Sortu son ampliamente rechazadas en Euskal Herria, y han causado más de un chirrido en estamentos judiciales y ámbitos mediáticos del Estado que hasta ahora habían omitido cualquier crítica a la estrategia oficial. Por este motivo, si bien insistieron en reclamar la desaparición de ETA, ministros como Ramón Jáuregui y Francisco Caamaño ayer no tuvieron más remedio que admitir como positivo que la organización armada reafirme los compromisos adquiridos el 10 de enero. En esta ocasión no han podido mantener el habitual rechazo a valorar los comunicados.

Las valoraciones en Euskal Herria han sido muy diversas, desde la opinión de que con este pronunciamiento ETA hace gala de su madurez, como afirmó la izquierda abertzale, a la beligerancia de un H1! que no encuentra su sitio en el panorama preelectoral. Con todo, resulta llamativa la respuesta de Aralar, afirmando que ETA hace «oídos sordos» a la Declaración de Gernika, cuando ya el anuncio de alto el fuego fue saludado por sus firmantes, que opinaron que la organización armada respondía a todo lo que se le había pedido.