Yemen: las serpientes escapan de la caja de Pandora mientras fermenta la guerra civil
La explosión en una fábrica de munición y explosivos que previamente había sido supuestamente atacada por islamistas que robaron furgones llenos de armas causó ayer una nueva tragedia en Yemen. Más de un centenar de muertos, entre ellos mujeres y niños, y centenares de heridos es el balance provisional del último episodio de la volátil situación que bien puede considerarse de guerra civil en fermentación.
El autócrata yemení, Alí Abdullah Saleh, describió su mandato de tres décadas como una «danza sobre cabezas de serpiente». Ahora esas serpientes están empezando a morderle. Junto a la insurrección chií al norte, el movimiento secesionista al sur y las activas redes de Al Qaeda al este, líderes tribales, generales que cambian de bando y clérigos que cortan con el régimen, en medio de un levantamiento popular, amenazan con la total implosión del país. La posibilidad de que la entrada al Mar Rojo sea cercada por «estados fallidos» como Somalia y Yemen, y una guerra civil abierta en la península arábiga pueda convertirse en conflicto regional pone de los nervios a todas las partes. Amortizado el «encantador de serpientes», todos los venenosos intereses afilan colmillos.