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Juan Mari Arregi Periodista

Las otras víctimas del terrorismo de estado

La resolución de ese conflicto sólo culminará dignamente tras, entre otras cosas, el reconocimiento de la verdad histórica y el reconocimiento también de todas sus víctimas

En los últimos tiempos asistimos a una inusitada proliferación de actos y declaraciones institucionales a favor de las víctimas del «terrorismo de ETA». Parece como si, ante su posible desaparición, se hubiera iniciado una carrera para convocar aquí y allá distintos actos de homenaje a las que fueron víctimas de distintas acciones de la organización armada vasca. Y parece como si en este conflicto político y armado vasco solamente hubiera habido una clase de víctimas.

Precisamente hoy, día 30 de marzo, se cumplen 26 años del atentado mortal contra Xabier Galdeano, ex fundador y directivo de «Egin», en Donibane Lohizune. Quien suscribe, junto con su familia y otros amigos, fue testigo de aquel crimen. Fue un atentado planificado en los despachos del Gobierno Civil de Bilbo dirigido por los «socialistas» Julián Sancristóbal y Ricardo García Damborenea, y ejecutado por el GAL, con mercenarios pagados con nuestros propios dineros públicos desde el Ministerio del Interior del Gobierno de Madrid, gestionado entonces por el PSOE de Felipe González.

Hoy, por tanto, es un día apropiado para recordar también a todas aquellas otras víctimas mortales ejecutadas por el terrorismo de estado, a través de los distintos gobiernos españoles, el franquista, y los de UCD, AP-PP y PSOE y de sus distintos «cuerpos de seguridad» y grupos de mercenarios pagados con el dinero público.

En esta lista faltará, sin duda, alguna otra víctima mortal. Si fuera así, pedimos disculpas anticipadas. Son, al menos, éstas:

Fusilados por Franco: Juan Paredes y Angel Otaegi en 1975.

Víctimas de la Polícia o Guardia Civil: Txabi Etxebarrieta, en1968; Jose Antonio Aranguren y Mikel Martinez de Murgia, en 1972; Eustaquio Mendizabal, en 1973; Jose Luis Mondragon, Roke Mendez y Jon Urzelay, en 1974; Blanca Salegi, Iñaki Garay, Jesús María Markiegi, José Mujika, Andoni Campillo, Jose Ramón Martinez, Koldo Lopez de Gereñu y Jesús Garcia Ripalda, en 1975; Pedro María Martinez Ocio, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, Santiago José Castillo, Bienvenido Pereda, Vicente Antón Ferrero, Manuel María Garmendia y Jose Bernardo Bidaola, en 1976; Nicolás Mendizabal, Ceferino Sarasola, Jokin Perez de Viñaspre, David Alvarez, Alberto García, Jesús María Arrazola, Rikardo Gomez, Jose María Iturrioz y Roberto Aranburu, en 1978; Francisco Aldanondo y Gladis del Estal, en 1979; Francisco Javier Aranceta, en 1980; Joxe Arregi, Andres Izagirre, Jose Jauregui y Joxe Manuel Ariztimuño, en 1981; Jose Antonio Lasa y Jose Ignacio Zabala, en 1983; Jose Maria Izura, Pedro Maria Isart, Rafael Delas, Dioniso Aizpuru e Iñaki Ojeda, en 1984; Mikel Zabalza, en1986; Lucia Urigoitia, en 1987; Juan Oyarbide y Manu Urionabarrenetxea, en 1989; Jon Lizarralde y Susana Arregi, en 1990; Joan Carles Monteagudo, Jon Felix Erezuma e Iñaki Ormaetxea, en 1991; Jose Miguel Bustinza y Gaizka Gaztelumendi, en 1997, e Inaxi Zeberio, en 1998.

Víctimas de «incontrolados»: Iñaki Etxabe y Germán Agirre, en 1975; Norma Mentxaka en 1976, y Jose Antonio Cardosa y Josu Muguruza en 1989.

Víctimas de la Triple A: David Salvador, en 1977; Agurtzane Arregi, en 1978; Jose Ramón Ansa, en 1979; Antonio Contreras, Concepción Contreras, Anastasio Leal y Jesús María Etxebeste en 1980, y Pablo Garaialde, en 1982.

Víctimas del Batallón Vasco- español: Martin Merkelanz y Jose Miguel Beñaran, en 1978; Enrique Alvarez, Jon Lopategi y Justo Elizaran, en 1979; Jesús María Zubikarai, Felipe Sagarna, María Jose Bravo, Jose Miguel Etxeberria, Angel Etxaniz, Miguel María Arbelaiz, Joaquín Antimasbere, Jokin Etxeberria, Esperanza Arana, Jose Camio, Jean Pierre Haramendi y Jose María Sagardia, en 1980, y Francisco Javier Ansa y Xabier Agirre, en 1981.

Víctimas de los Grupos Armados Españoles: Tomás Alba, en 1979; Carlos Saldise, Liborio Arana, María Paz Ariño, Pacífico Fica y Manuel Santacoloma, en 1980.

Víctimas de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL): Ramón Oñaederra y Mikel Goikoetxea, en 1983; Angel Gurmindo, Bixente Perurena, Eugenio Gutiérrez, Jean-Pierre Leiba, Xabier Perez de Arenaza, Rafael Goikoetxea, Tomás Perez Revilla, Christian Olaskoaga y Santi Brouard, en 1984; Benoit Pecastaing, Emile Weiss, Claude Doer, Santos Blanco, Juan María Otegi, José María Etxaniz, Iñaki Asteazuinzarra, Agustin Irazustabarrena, Sabino Etxaide y Robert Caplane, en 1985; Christhope Matxikote y Catherine Brion, en 1986, y Juan Carlos Goena, en 1987.

A todas esas víctimas mortales, habría que añadir aquellas otras, no pocas, que se registraron en los distintos enfrentamientos armados y en emboscadas en los que perdieron la vida varios militantes de ETA, Comandos Autónomos Anticapitalistas e Iraultza, así como aquellas otras que la perdieron manipulando explosivos y otras que «desaparecieron». Habría que recordar también las víctimas de la política de dispersión de los presos, como aquellos de sus familiares que perdieron la vida en accidentes de tráfico cuando iban o volvían de las visitas de las respectivas cárceles, así como aquellos presos que se «suicidaron» y quienes fueron torturados. Finalmente, son miles los presos y exiliados y sus respectivas familias que han sido también víctimas, no mortales, del conflicto político y armado vasco.

La resolución de ese conflicto sólo culminará dignamente tras, entre otras cosas, el reconocimiento de la verdad histórica y el reconocimiento también de todas sus víctimas. De todas. Ése sería uno de los pasos clave hacia la reconciliación de este pueblo.

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