Risto Mejide está promocionando una novela y lo hace en los platós televisivos, presentado no como un novelista sino como un agitador televisivo. Para que le lean debe pasar por las televisiones diciendo que la televisión es muy mala, pero él, sin televisión, no sería casi nada. O probablemente sería mucho: un buen publicista televisivo, que es su profesión original. Ahora es publicista onanista, es decir se autopublicita. Pero vive en el bucle televisivo.

Es el bucle que hace que ZP abra noticiarios, corte emisiones de radio porque dice lo que casi todo el mundo sabía: que no se presentará a las elecciones generales del 2012. ¿Es tan importante esa decisión? La misma frase, se convierte en según qué cadena en una cosa diferente. Todos los manipuladores son capaces de confirmar sus previsiones contradictorias con la misma decisión ajena acoplada a sus intereses. Ahora empieza esa tortura televisiva que va a ser la sucesión, con un Pérez Rubalcaba colocado en la pool, metido en todos sus líos habituales, sus mentiras y sus vicios. Parece presa fácil para la derechona. Lo malo es que el químico cántabro y madridista, cuando se enfada siempre suelta una patada en el culo de los vascos.

Con la sentencia publicada y leída junto al voto particular, uno acaba absolutamente loco al comprobar la incoherencia. La sentencia del TS dice que Sortu pone en peligro el Estado, pero los siete discrepantes saben, dicen, aseguran, que de eso nada, que no hay pruebas, que es un acto inquisitorial. Parte de la ciudadanía vasca se pasea a cuerpo para anunciar que llegan los nuevos tiempos, el fin de todas las ilegalizaciones, con un PNV mirando para el lado de las cuentas electorales como siempre, y desde los residuos más oscuros del sistema siguen alentando el bucle televisivo más partidista, apoyando la obsesión prohibicionista, que coacciona y violenta la decisión popular.

Si ZP tuviera de publicista a Risto Mejide, podría acabar su mandato en la cumbre democrática. Simplemente mandando parar la arbitrariedad anti Sortu, dejando a Rubalcaba a los pies de Intereconomía, y brindando por la Liga del Barça a ritmo de Shakira.