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Bildu, no será fácil pero será menos difícil

Ayer se presentó Bildu Euskal Herria, una coalición que agrupa a partidos como EA y Alternatiba, plataformas sociales como Herritarron Garaia y ciudadanos abertzales de izquierda que se integrarán como independientes. Tras un largo proceso en el que no se han escatimado esfuerzos para mantener el pulso de las reivindicaciones en la calle y hacerlo demostrando un buen tono movilizador, con muchas reuniones y dosis de paciencia, tejiendo complicidades y aprendiendo de otras culturas políticas, la profundización estratégica ha derivado en la conformación de un nuevo sujeto político y electoral. Que, según sus promotores, ni es un plan oculto ni un plan B sino una nueva realidad que viene para quedarse, y para desbrozar el camino que lleve a Euskal Herria a la paz definitiva y la democracia real.

A Bildu no le faltarán temas, ni miembros y voluntarios dispuestos al compromiso, ni la audiencia de un gran público. Pero tampoco una atmósfera hostil y amenazante de un Estado en huida hacia adelante, con políticos más preocupados en mantener una posición de guerra que les otorga gloria y réditos de poder, y que cuenta con no pocos beneficiarios vascos. La política, por regla general, más que para ahora mismo, es para más tarde. Las respuestas creíbles y sostenibles para el largo plazo no son fáciles, pero Euskal Herria necesita dotarse en los próximos tiempos de una paciente estrategia de largo alcance mientras asegura el día a día, con temas bien enfocados y con mucho que decir. Una multitud de decenas de miles de ciudadanos vascos demandó el sábado en las calles de Bilbo, como tantas veces en los últimos meses, una alternativa. Expresar cúal es la alternativa, dotarla de la organización necesaria y proyectarla en un horizonte de independencia y cambio social, razonable y acorde con el ciclo vital de sus protagonistas, constituiría una formidable y determinante fuerza de la política vasca.

Bildu deberá enfrentarse a la sospecha y la amenaza de poderosos intereses, pero tiene el público vasco a su favor y su afecto bien merecido. Su contribución no significará que la democracia real y la paz definitiva sean un desafío fácil, pero lo hará significativamente menos difícil.

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