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Situacíon política en Irlanda del Norte

Cuestión de tiempo

La condena unánime de republicanos y unionistas por la muerte de un policía en un ataque perpetrado en Omagh, marca las elecciones previstas dentro de un mes en seis condados del norte Irlanda. Aún así, no se espera que ello repercuta en el apoyo del sector nacionalista a Sinn Féin. Conviene destacar la otra cara de la disidencia republicana, que combina esas acciones armadas con otros ataques dialécticos y físicos contra los miembros de Sinn Féin.

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Txente REKONDO Gabinete vasco de Análisis Internacional (GAIN)

Era evidente que las acciones armadas de los llamados grupos disidentes republicanos iban en aumento en los últimos meses, al tiempo que parecían evidenciar un salto cualitativo. Todo parece indicar que esta sopa de microgrupos, o al menos algunos de ellos, han logrado también superar la grave situación estructural que tuvieron en el pasado, cuando la mayoría de datos y análisis coincidían en señalar la alta posibilidad de que algunos de ellos estuvieran claramente infiltrados por elementos de seguridad británicos y demás segurócratas.

La utilización de tecnología moderna, junto al uso de métodos más tradicionales de explosivos, parece que les ha conferido la capacidad de llevar a cabo esa campaña. Además, no hay que olvidar que nos encontramos en vísperas de unas elecciones en los seis condados del norte de Irlanda, al tiempo que se cumple el treinta aniversario de las huelgas de hambre que supusieron, entre otras cosas, la muerte de diez presos políticos republicanos (siete del IRA y tres del INLA).

Nadie puede dudar ya que estos grupos mantener seguir su campaña de atentados y probablemente en las próximas semanas intenten mostrar su capacidad operativa y, en cierta medida, condicionar la cita electoral.

No obstante, el peso y el apoyo que hoy día tienen esos disidentes en el seno de la comunidad que dicen representar es muy pequeño, y seguramente el próximo 5de mayo la mayoría de la comunidad nacionalista volverá a dar su apoyo de forma abrumadora a la línea política que representa Sinn Féin.

Tal vez por ello convenga también destacar la otra cara de la disidencia republicana, que combina esas acciones armadas con otros ataques dialécticos y físicos contra los miembros de Sinn Féin. Así, se han producido amenazas de muerte contra miembros del partido republicano y contra destacadas personalidades de la comunidad nacionalista, como el ex preso Séamus Finucane, cuyo hermano, el abogado Pat Finucane fue muerto a tiros en 1989 por un comando lealista en clara colaboración con las fuerzas británicas. O los insultos que están recibiendo estos días los miembros de Sinn Féin que participan en la campaña de su partido en zonas del condado de Armagh.

El reciente éxito de Sinn Féin en las elecciones del sur de la isla y las grandes expectativas de cara a la cita electoral de mayo contrastan, por tanto, con la agenda que mantiene la disidencia republicana a día de hoy. Sus candidatos, las pocas veces que ha decidido presentarse a las urnas, han obtenido unos resultados irrisorios, lo que demuestra una vez más que la comunidad nacionalista tiene claro que el camino que impulsa Sinn Féin es el correcto, con sus carencias y sus defectos.

Desde que el proceso de paz se visualizó y logró materializarse en el Acuerdo del Viernes Santo y en todas las posteriores transformaciones que han tenido lugar se han seguido oyendo voces disconformes, pero que hasta el momento no han logrado articular una alternativa seria a la que defiende el movimiento republicano. Y su accionar armado está a años luz de conformar una situación pareja a la que mantuvo el IRA en las décadas anteriores.

Tal vez una de las diferencias más notables entre el IRA y los grupos disidentes (a pesar que éstos intenten repetir acciones militares similares) es el apoyo que unos y otros han tenido dentro de la comunidad, lo que en el caso del IRA le proporcionó la posibilidad de mantener una larga campaña armada contra Gran Bretaña y finalmente poner en marcha el proceso de paz.

Los diferentes grupos armados, Real IRA (RIRA), Continuity IRA (CIRA), Oglaigh na hEireann (OnH) o Republican Action Against Drugs (RAAD), van a seguir con su estrategia, pero la experiencia del pasado debería hacerles ver que en la actual coyuntura su campaña militar tiene poco futuro y ninguna posibilidad de condicionar ni a la sociedad irlandesa ni a Gran Bretaña.

Tal vez si pudieran articular un movimiento político de calado, sus argumentos llegarían a más gente, pero a día de hoy el apoyo popular que tienen es escaso o casi nulo y no hay que olvidar, además, las continuas fisuras y divisiones que siguen produciéndose en en seno de ese microcosmos disidente.

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