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TOUR DE FLANDES

Los favoritos animan y Nuyens lo celebra

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A.U. LASAGABASTER

Tom Boonen compró un huevito, Sylvain Chavanel le echó sal, Fabian Cancellara encendió el fueguito, Philippe Gilbert lo puso a asar y el pícaro de Nick Nuyens se lo comió enterito. O lo que es lo mismo, los grandes candidatos al triunfo animaron un Tour de Flandes que acabó con sorpresa, la victoria del flamenco de Saxo Bank.

Con mucho mérito porque el segundo monumento de la temporada tuvo toda la emoción, el movimiento y la dureza -pese a que la lluvia se tomó el domingo libre- que se podían pedir. No tardaron demasiado en llegar.

Con los ojos de todo el pelotón fijados en la espalda de un Cancellara inmutable, los escarceos habituales en los primeros kilómetros dieron paso al primer aviso serio a la altura del Pateberg, donde se marchaba Sylvain Chavanel. Primero en compañía de Simon Clarke, después en solitario; primero como avanzadilla de lujo de Tom Boonen, después como serio candidato al triunfo. Sobre todo cuando su jefe cometió un considerable error táctico. A poco más de cuarenta kilómetros de meta, metido en el primer grupo perseguidor junto a otros favoritos y cuando era el resto el que debía preocuparse por la fuga de su compañero, Boonen aceleró el ritmo.

El tiro le salió por la culata porque su archienemigo eligió ese momento para poner en marcha el «modo exhibición». Cancellara arrancó a su manera, se marchó sin que nadie pudiera seguirle y en diez kilómetros ya había alcanzado a Chavanel, con sus perseguidores a más de medio minuto. Conociendo al suizo y viendo su exhibición de la semana pasada, Chavanel y la carrera parecían sentenciados.

Pero ni el ciclista de Leopard es una máquina perfecta, ni el ciclismo una ciencia exacta. Llegaron los calambres por delante y se entendieron por detrás. Y, caprichos de la vida, Kapelmuur fue testigo de la reunificación, de la misma manera que el año pasado lo había sido del definitivo hachazo del helvético. Que ni así se rindió, de todas maneras, y aguantó hasta el final en un grupo repleto de hombres con posibilidades de victoria.

Empezando por Philippe Gilbert, protagonista de la penúltima intentona, que corrió la misma suerte que la anterior. Neutralizado el belga, y demostrando que la casta también ejerce de gasolina, Chavanel y Cancellara quemaron su último cartucho tomando un puñado de segundos respecto al grupeto. Hubiera tenido cierta justicia poética que ambos, grandes animadores de la jornada, se disputaran el triunfo. Pero se les coló un invitado sorpresa -no tanto, teniendo en cuenta que ya fue segundo en 2008 y que hace dos semanas se adjudicaba la semiclásica «A través de Flandes»- que estuvo más rápido al sprint. Un puntito que permitía a Nuyens celebrar, a sus 30 años, la victoria más importante de su palmarés, mientras los 750.000 aficionados que abarrotaban las carreteras celebraban el regreso del triunfo a casa.

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