No hay vallas, ni muros, ni leyes restrictivas ni burocracias absurdas que se resistan a una cuenta corriente con muchos ceros. Si no, que se lo pregunten a los inmigrantes multimillonarios que quieran solicitar el permiso de residencia en Gran Bretaña.

Londres quiere allanar el camino a las fortunas extranjeras, y para ello está pensando en reformar las leyes sobre inmigración, tomando como premisa la filosofía del «tanto tienes, tanto vales». Según ha revelado el rotativo «Financial Times», los inmigrantes con grandes fortunas sólo tendrán que permanecer medio año en el país e invertir fuertes sumas de dinero para obtener el permiso de residencia temporal, el sueño de miles de personas que, huyendo de la guerra, del hambre, de la miseria y de la violencia, emprenden un viaje desesperado y, en ocasiones, sin retorno posible.

Londres también planea reducir significativamente los plazos para lograr un permiso permanente. Los «inversores» que tengan al menos diez millones de libras sólo tendrán que esperar dos años frente a los cinco actuales. Eso sí, a menor poder adquisitivo mayor es el plazo. Los que posean un millón de libras, por ejemplo, deberán esperar cinco años.

La inmigración «a la carta» de David Cameron aún debe pasar por el Parlamento, pero, tal y como están las cosas, es más que probable que supere este trámite. Cameron quiere atraer así a familias ricas de países en crisis como Egipto y Túnez.

Mientras, los ciudadanos pobres del norte de África tendrán que seguir arriesgando sus vidas en pateras infrahumanas y enfrentándose a las restricciones impuestas por los gobiernos, siempre dispuestos a deportarlos o recluirlos en condiciones lamentables.

Basta con mirar a Lampedusa, cuyos habitantes han denunciado el «vergonzoso» trato dado a los casi 4.000 inmigrantes hacinados en el centro de internamiento. Bien distinta sería su situación si en vez de llevar sobre su espalda el peso de la pobreza tuvieran una abultada cuenta en Suiza. Pero no hay carta de derechos que valga para los más necesitados.