Iñaki Tejada, un entrenador de Errekalde que es la mano derecha de Manolo Preciado
Salió de Lezama, aunque siempre deja claro que su primer equipo fue el de su barrio, el Iturrigorri de Errekalde. Iñaki Tejada no pudo triunfar en el fútbol profesional, donde coincidió brevemente con Mendilibar. El destino le llevó a Asturias y ahora es la mano derecha de Preciado.
Natxo MATXIN
El mundo no se acaba por no triunfar en el equipo de tu tierra. Fue la conclusión a la que tuvo que llegar el ahora segundo entrenador del Sporting cuando no pasó el corte para entrar en la primera plantilla rojiblanca, y a partir de ahí comenzó a conocer la cara amarga del fútbol en forma de continuas lesiones que le obligaron a retirarse como futbolista antes de tiempo.
En su trayectoria llegó a coincidir brevemente con el actual entrenador rojillo, José Luis Mendilibar, ya que fichó por el Sestao de Irureta, pero no llegó a debutar pues marchó cedido al Lemona, donde se dañaría gravemente la rodilla. «El año anterior estuvo a punto de subir a Primera con un equipo en el que se combinaba veteranía y juventud. Había hombres muy experimentados como el propio Mendilibar, Eskaltza, Primi o el «Txato» Núñez, además de un muy buen entrenador», recuerda. Después de aquello, se ha medido varias veces con el de Zaldibar, cuando éste dirigía al Aurrera de Gasteiz o comandando al Valladolid. «Este año coincidimos de vacaciones en Lanzarote, en donde estaba dando unas charlas», cuenta como anécdota Tejada. «Tenemos una buena relación», remarca.
Y no escatima elogios hacia el míster rojillo. «Se han juntado el hambre con las ganas de comer, es el sitio ideal para él y Osasuna ha acertado con su fichaje. Creo que se han unido con una misma idea futbolística y les va a ir muy bien», aventura la mano derecha de Manolo Preciado.
Como no hay mal que por bien no venga, su corto recorrido como futbolista propició que se adelantara su llegada a los banquillos. Cosas del destino, conoció a una asturiana en Portugalete, se enamoró de ella y, por asuntos familiares, tuvieron que marchar hacia la tierra de su mujer con la idea de que fuera algo temporal. Sin embargo, tras ser número uno en la Escuela de Entrenadores de Asturias, Mareo le dio la oportunidad de trabajar un verano y ya lleva 14 años inmerso en la disciplina del club sportinguista.
Descenso del primer equipo
No sin haber conocido muchas de sus penurias, pues recaló allí justamente el mismo año en que el primer equipo bajó a Segunda. «La estructura era de Primera porque piensas que vas a regresar, a lo sumo, en los dos primeros años. Pero no se consiguió y la deuda se fue agrandando hasta que no se pudo más», rememora. La principal consecuencia de ello es que había que multiplicarse para sacar adelante todo el trabajo. «Hubo un año que fui entrenador del cadete, coordinador de Mareo y ayudante del B con Marcelino García Toral; después pasé a ser segundo de la primera plantilla y compaginarlo con el juvenil», recapitula.
Como el fútbol es una montaña rusa, de aquellos sinsabores se ha pasado ahora a que el Sporting viva en una nube, máxime después de su histórico triunfo en el Bernabéu. «Cuando pitó el árbitro lo celebramos como algo muy especial porque queríamos demostrar que podemos pelear ante los grandes y que lo que nos movía era sólo el interés del Sporting. Los logros de Mourinho eran cosas de él», deja claro. «De todos modos, la euforia duró hasta que cenamos y nos montamos en el autobús, a partir de ahí ya estábamos pensando en el partido contra Osasuna», reconoce.
Un duelo de dos conjuntos con parecidas características y trayectorias recientes muy similares. «Va a ser un partido muy igualado, con una idea de juego muy parecida, apretando arriba y tratando de llegar con rápidas transiciones a la portería rival. Me parece que se va a resolver por pequeños detalles o por el que tenga un mejor día», vaticina. «En cualquier caso, no va a ser decisivo porque todavía quedarán otros siete encuentros y dependemos de nosotros mismos; habrá duelos en los que el rival tendrá los deberes hechos y ésos son los que hay que ganar», amplía.
«Me gustaría que ambos se salvasen, lógicamente el Sporting porque es el Sporting, y Osasuna porque está Mendilibar y es un conjunto que como club es muy parecido a nosotros, mira para casa y no se vuelve loco económicamente». Confiemos en que su vaticinio se cumpla.