
La bola de fuego no se apagar� en Portugal
Finalmente Portugal sucumbi� y solicit� el rescate financiero de la Uni�n Europea. En un discurso televisado a la naci�n, el primer ministro, Jos� S�crates, reconoci� la gravedad del momento y acept� resignado lo que durante meses hab�a repetido que jam�s aceptar�a. En nombre del �inter�s nacional� se vio forzado a seguir los pasos de Grecia e Irlanda, en una decisi�n que para los analistas no supone ninguna sorpresa. El rescate financiero supondr� a�os de austeridad para Portugal, convertirse en algo parecido a un consejo regional lejos de los est�ndares de un estado soberano con capacidad de decisi�n y de acci�n sobre su propia econom�a. Y plantea la pregunta del mill�n: tras la ca�da de tres pa�ses, �cu�l es el siguiente candidato al rescate?
La bola de fuego de la gran crisis de la eurozona, contagiosa y que hace caer pa�ses como fichas de domin�, hace dirigir las miradas hacia el Estado espa�ol. Aunque su ministra de Econom�a, Elena Salgado, se afane en transmitir un mensaje de tranquilidad y afirme con rotundidad que el fuego no llegar� -lo mismo que dijo Jos� S�crates para evitar lo inevitable- y los esfuerzos europeos sean enormes para evitar el colapso de su cuarta econom�a, los ataques especulativos se ciernen ya sobre la probable pr�xima v�ctima propiciatoria. El argumento de que por su tama�o la econom�a espa�ola es demasiado grande para que la eurozona permita su quiebra tampoco resulta persuasivo. En todo caso, es una econom�a demasiado grande para ser rescatada. Una econom�a fr�gil -sin crecimiento y con un paro terrible- y muy sensible al vol�til y altamente t�xico mercado de deuda soberana.
El sarcasmo hist�rico quiso que el mismo d�a que Portugal sucumb�a, el Banco Central Europeo finiquitara la estrategia del dinero barato al anunciar, por primera vez durante la crisis, la subida de tipos de inter�s. Con el pretexto de contener la inflaci�n en el �sagrado� 2%, esta medida penaliza a los endeudados pa�ses �rescatados� y �rescatables�. Doble vara de medir, dos velocidades al servicio de los intereses de la econom�a alemana.