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ESK y LAB denuncian que en Unicefar se ha dado marcha atrás a las conquistas laborales

ESK y LAB han denunciado la campaña contra ambos sindicatos iniciada por la dirección de Unicefar con el objeto «de abrir la puerta a la desaparición de los derechos laborales conquistados mediante la lucha obrera en los 35 años de existencia de la empresa».

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Juanjo BASTERRA | BILBO

Este próximo lunes se celebran las elecciones sindicales en la compañía Unicefar, de 80 empleados, empresa que distribuye medicamentos a las farmacias. Pertenece al grupo español Cofares, que cerró 2010 con 8 millones de beneficio y tiene una cuota de mercado del 24%.

Angel Martínez, Eguzkiñe Ortiz y Alberto Higuero, en declaraciones a GARA, relatan que desde hace unos años la dirección de la empresa «ha introducido el discurso de la viabilidad, la subsistencia y la competitividad» que ha llevado a implantar un turno de tarde-noche «con personal eventual y con contrato de relevo».

En un principio, fue una medida coyuntural que «se ha extendido y consolidado». LAB y ESK denuncian que en ese turno «se imponen ritmos muy elevados, los peores trabajos y, con el agravante de que, desde abril de 2010, cobran un 37% menos que el resto de la plantilla fija pese a trabajar más».

Esa doble escala salarial se consolidó al aceptar los delegados de CCOO, USO y un Independiente -que en estas elecciones se presenta por ELA- la presión que ejerció la dirección para equiparar esos salarios a la baja como en el resto de plantas del grupo en el Estado español, que cobran 800 euros. Ni LAB ni ESK aceptaron ese modelo de discriminación, por lo que les han situado en «el punto de mira de la dirección, a través de los mandos intermedios, y de algunos representantes sindicales».

De esa manera, denuncian que se están produciendo «continuas amenazas, pintadas en nuestra contra en las taquillas, nos meten sus octavillas pidiendo el voto para ellos, etcétera». «Desde el primer día que se contrata a una persona se le dice que procure no relacionarse con los trabajadores fijos, que tienen que trabajar con más rapidez para ser el turno más eficaz; que no salgan a las huelgas; y, entre otras cuestiones, que si votan a ESK y LAB desaparece el turno en el que trabajan y, por lo tanto, se van a la calle».

Recuerdan que en la negociación del último convenio, la empresa presentó el primer día datos negativos del negocio, pero al día siguiente «cambió 180 grados» y aumentó el IPC más 3 puntos, «siempre y cuando las nuevas contrataciones cobrasen un 37% menos que los fijos».

Tardó en firmarse, pero la dirección impuso su planteamiento. ESK y LAB demandaron por vía judicial la doble escala salarial. «El juicio se celebró hace unas semanas, pero los delegados de USO y el Independiente mintieron a favor e la empresa, y el fallo indica que no existe doble escala, aunque es real y hemos recurrido», precisan.

ESK y LAB concluyen recordando cómo en los comienzos de Unicefar, hace 35 años, los trabajadores llevaron a cabo una huelga de un mes para mejorar sus condiciones, pero que ahora, «una parte de aquellos que estuvieron de pie frente a la empresa, hoy se arrodillan y permiten dobles escalas salariales».

«Me sentí chantajeada y discriminada»

Imanol Ortiz y Jeane Da Silva fueron despedidos de manera improcedente. Ambos relatan que en su turno trabajaban a ritmos muy elevados. Jeane Da Silva afirma que «fue utilizada por un mando intermedio para sonsacarme información de mis compañeros. Se valió de que soy extranjera, brasileña, pero cuando me di cuenta, terminé. Desde entonces me hicieron la vida imposible, al final estallé y me despidieron. Ellos mismos reconocieron que era improcedente. Me he sentido humillada, chantajeada, amenazada y discriminada». Llevaba nueve meses en la empresa y la indemnización les salió por 1.618 euros. Los representantes de ESK y LAB recuerdan que el resto del comité no actúa en defensa de quienes se encuentran en el «turno maldito». «Son cómplices de la dirección». Imanol Ortiz hizo cuatro años en la empresa con diferentes contratos. «Trabajábamos a destajo puro y duro, como esclavos» dice, a lo que Jeane Da Silva apostilla que «dos eventuales hacíamos el trabajo de veinte fijos». Ortiz demandó a la empresa, con el apoyo de ESK y LAB, y el juzgado dictaminó el despido improcedente y «llamó la atención de la dirección por utilizar tanto contrato en trabajos estables». J. BASTERRA

Peligro

El grupo farmaceútico tiene varias plantas en todo el Estado español. Los trabajadores temen que, una vez que la dirección controle a la plantilla, empeoren las condiciones laborales, imponiendo el convenio estatal, «mucho más bajo que el nuestro. En Bilbo hemos mantenido mejores condiciones laborales y salariales que el resto», afirman.

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