En muchas ocasiones hay que mirar las reacciones del contrario para conocer el grado de acierto de los propios actos.

Y a la vista de la reacción de la carcundia del nacionalismo español, diríase que las cosas se están haciendo bastante bien en Euskal Herria.

Ayer, en «Diario de León», el impenitente Cayetano González insistía en que son las «víctimas» las que deben frenar lo que se está gestando en nuestra tierra. En su llamamiento a participar en la manifestación de hoy en Madrid, hablaba de las «razones» que había esgrimido hace dos meses para acudir a una manifestación similar y sentenciaba que «A día de hoy, esas `razones' no solamente siguen teniendo vigencia, sino que en algún sentido se han agravado». Pinta mal la cosa.

Según Cayetano, ese agravamiento se manifiesta a las claras: «Por ejemplo, a pesar de la decisión del Tribunal Supremo de rechazar por nueve votos a siete la inscripción de la nueva marca de ETA, Sortu, en las elecciones del próximo 22 de mayo, no está nada claro que el Tribunal Constitucional -que en su actual composición tiene una clara mayoría cercana a las tesis gubernamentales- no revoque es a decisión y que por lo tanto Sortu sea considerado como un partido legal que pueda estar, si no en estas elecciones municipales, si en las autonómicas vascas de dentro de dos años». Y eso le parece algo horroroso.

Le afea la conducta al saliente Zapatero porque «convendría no olvidar que ETA lleva cuatro años en cuarenta y tres ayuntamientos del País Vasco y de Navarra bajo las siglas de ANV merced a que en el 2007, el Presidente Zapatero, facilitó esa presencia al no impugnar las listas electorales de la citada marca de ETA». Ahí empieza a temblar: «Si ahora vuelve a suceder aquello y se cuelan en las elecciones, eso supondría un claro retroceso en la lucha antiterrorista, una derrota en toda regla del Estado de Derecho y una afrenta, no sólo a la memoria y a la dignidad de las víctimas, sino a la de todos los ciudadanos que exigimos que nuestras Instituciones imposibiliten la presencia en ellas de quienes representan un proyecto totalitario incompatible con la democracia». O sea, que en León deciden quienes son nuestros concejales.