Las diferentes organizaciones militantes de Gaza llegaron ayer a un acuerdo de alto el fuego, auspiciado por Hamas, «al objeto de calmar la situación». Mientras tanto Israel continúa los bombardeos sobre Gaza, que ya se han cobrado la vida de 10 palestinos -entre ellos mujeres y niños- y han provocado decenas de heridos. Previamente los ataques con cohetes, morteros y misiles antitanque -uno alcanzó a un autobús de escolares israelíes- habían arreciado contra Israel, que en una escalada que puede descontrolarse está actuando como lo hizo en la criminal operación «Plomo Fundido», que mató a 1.300 palestinos y destruyó el «gueto» de Gaza, el mayor campo de concentración del mundo.

Inspirados por las revoluciones árabes, miles de gazatíes salieron recientemente a la calle. Que Hamas pudiera usar la amenaza de una nueva guerra contra Israel para desviar la atención es una hipótesis. Pero que Israel, con EEUU usando la persuasión y no la coerción para obligarle a llegar a compromisos razonables, no parará en su afán guerrero parece fuera de toda duda. Sabe que la enorme natalidad de los ultra ortodoxos cambiará la realidad a su favor y revolucionará Israel. Sabe que el tiempo es la esencia.