La estrategia de hacer de lo excepcional norma no tiene futuro pol�tico en Euskal Herria
El hecho de que el votante de la izquierda abertzale pueda encontrar una referencia electoral en los pr�ximos comicios municipales y forales no significa que estas elecciones vayan a disputarse en igualdad de condiciones para todas las opciones pol�ticas ni que puedan calificarse de plenamente democr�ticas. Los datos que ofrece hoy GARA, seg�n los cuales son unas 40.000 las personas sometidas a una situaci�n de apartheid por el que no pueden presentarse en listas que se identifiquen con el independentismo, dibujan a las claras la existencia de un estado de excepci�n dif�cilmente admisible.
Las Fuerzas de Seguridad ya han avisado p�blicamente de que en sus bases de datos esa enorme cifra tiene nombres y apellidos, y por impugnaciones anteriores de la Fiscal�a y la Abogac�a del Estado se conoce tambi�n que esos ficheros incluyen otros nombres como los avalistas de agrupaciones electorales y de personas a las que la Polic�a ha conseguido identificar durante su participaci�n en manifestaciones y concentraciones legales. En estos �ltimos casos los tribunales no las han admitido como prueba, pero queda demostrado que el Estado act�a hacia un sector de la sociedad vasca como un �Gran Hermano� de �nimo siempre represor.
Se est� anunciado ya -y se est� demostrando por la v�a de los hechos- que el Gobierno ha ordenado la vigilancia de los pasos de Bildu, una coalici�n formada por partidos legales y personas con sus derechos civiles y pol�ticos plenamente vigentes, lo que amenaza con extender la condici�n de proscritos como una mancha de aceite sobre una parte enorme de la ciudadan�a vasca.
El hecho de que una candidatura que se presenta como abertzale y de izquierdas no pueda contar para conformar sus listas con 40.000 abertzales de izquierda da una idea del enorme esfuerzo que constituye para esta opci�n la conformaci�n de listas con las que llegar a todo Hego Euskal Herria. Pero el hecho de que lo logren evidencia tambi�n el dinamismo y el compromiso de los componentes de ese sector pol�tico y social. Es preciso tener en cuenta que partidos con un enorme caudal electoral suelen tener complicaciones para conseguir llegar a presentar candidaturas en todo su �mbito geogr�fico, vi�ndose en ocasiones forzados a no presentarse en algunos municipios o a recurrir a candidatos llegados de otros lados para poder completar la plancha.
�C�mo afrontar�an las elecciones PNV, PSOE o PP si de pronto les quitaran 40.000 simpatizantes con los que podr�an haber contado en condiciones normales para la confecci�n de sus candidaturas? �Y qu� har�an si adem�s resultara que entre ellos se encuentran quienes han sido alcaldes, concejales y miembros de la direcci�n del partido desde el �mbito nacional hasta el local en las legislaturas anteriores?
Quiz� ponerse en esa tesitura sirva para evidenciar gr�ficamente c�mo se van a celebrar las pr�ximas elecciones municipales y forales para una parte importante de la ciudadan�a vasca. Porque en este contexto hablar de �normalidad democr�tica� es una falacia y argumentar que, al fin y al cabo, los abertzales de izquierda podr�n votar, es un ejercicio de cinismo inaceptable.
El acto de presentaci�n de Bildu ayer en Donostia mostr� la capacidad y la fuerza existente en la sociedad vasca para superar la estrategia de bloqueo establecida por el Gobierno espa�ol. En cualquier caso, este hecho no resta gravedad a la situaci�n de segregaci�n pol�tica.
Fichas en una estrategia de bloqueo
El otro frente en el que m�s clara se ve la estrategia de hacer de lo excepcional norma es el tema de los presos pol�ticos. Los estados espa�ol y franc�s siguen estrujando a los cautivos vascos. Sus condiciones de vida son inhumanas y est�n sujetos al imperio de una arbitrariedad que no es tal, que responde a un dise�o pol�tico claro. El grado de crueldad que est�n dispuestos a aplicar en esa pol�tica no parece tener l�mite, y las situaciones extremas se agravan. La muerte de Mikel Iba�ez, claro ejemplo de c�mo se juega con la salud y los derechos de los presos, saca a la luz una realidad que demasiado a menudo permanece oculta.
La situaci�n de los presos es una prioridad no s�lo para sus familiares, allegados y para quienes apoyan su causa, sino para todas aquellas personas que consideran que hay que conformar un nuevo escenario que d� paso a una nueva fase pol�tica donde todos los proyectos pol�ticos leg�timos sean viables democr�ticamente. Todas las personas comprometidas con el cambio, y tambi�n aquellas que, incluso desde el escepticismo, no est�n dispuestas a seguir dando un cheque en blanco para que las instituciones operen contra los derechos humanos en su nombre, deben alzar su voz contra una estrategia nefasta. Tienen raz�n los promotores de �Egin Dezagun Bidea�, movimiento que busca dar pasos y avanzar hacia la amnist�a a trav�s de la implicaci�n ciudadana y la colaboraci�n, cuando afirman que la pol�tica penitenciaria �debe pasar a claves de resoluci�n�.
Frente a la crueldad y la segregaci�n, se impone el compromiso con un futuro de igualdad y de derechos para todos.