Raimundo Fitero
Una boda
El amor se debe fundamentar en reacciones químicas y físicas que solamente los ascetas son capaces de controlar. El refranero nos sitúa en ocasiones ante un dilema filosófico. Los que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición. La caída de las temperaturas me provoca astenia primaveral aderezada con una depresión post-coital, y al ver en Tele 5 las imágenes de una boda, una de las muchas bodas que se celebran, se me ha disparado la maquinaria electoral que se encierra en todo ser que ha atravesado más de un régimen político y un siglo.
La boda era entre dos hombres guapos, esbeltos, que aparecen en todos los reportajes relucientes, satisfechos. Nada que objetar por este lado. Incluso la felicidad que transmiten les coloca en un estrato superior, porque uno piensa sin saber quiénes son que indudablemente pertenecen a esa especie de seres humanos que tienen cámaras en la puerta del lugar donde firman su acta matrimonial porque son unos triunfadores. Y si se da la vuelta esa misma cámara hace un barrido de los invitados, entonces nos damos cuenta que estamos ante una boda de cadena. De época. De sistema. Son la expresión de una concepción del mundo, del negocio televisivo y de la acción política.
Se trata nada más y nada menos que la unión entre Óscar Cornejo, el creador y director de programas como «Sálvame», «Aquí hay tomate» y «La Noria», y su amor, Jaume Collboni, un diputado del partido socialista catalán PSC. Como estamos hablando de unos programas que de una manea u otra se meten tanto en la vida privada de sus materiales humanos con los que van configurando sus espacios, uno siente ganas de decir algo al respecto. En primer lugar desearles amor eterno. Felicidad. Estabilidad y dinero. Todo lo mejor. Pero me pregunto, ¿es compatible una mirada socialista de la vida, la sociedad, las relaciones entre unos y otros con programas de esta calaña estética, ética y política? Debe ser así: porque lo importante es que hagas lo que hagas, sea exitoso. Los tres programas mencionados lo son y Paolo Vaasile lo certifica. Ser electo por un PS cualquiera, es relativo. Demasiado relativo. ¡Vivan los novios!