COSTA DE MARFIL
La intervención militar francesa despeja la captura de Gbagbo
El presidente sasliente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, fue capturado ayer después de una fuerte ofensiva contra su residencia por parte de las tropas francesas y de la ONU desplegadas en el país. París se empeñó en afirmar que sus tropas no entraron en la residencia ni participaron en la detención. Aunque ha logrado su objetivo político y militar, no se ha conseguido despojarse de su imagen y prácticas de potencia colonial en África.
GARA | ABIDJAN
Después de varios días de combates alrededor de su residencia en Abidjan, el presidente saliente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo y su esposa Simone fueron detenidos y trasladados, junto a su hijo al Hotel Golf , cuartel general de su rival y presidente reconocido por la denominada comunidad internacional, Alassane Ouattara.
El embajador de Costa de Marfil ante la ONU Youssoufou Bamba, afirmó que Gbagbo fue capturado con buena salud y sería juzgado, aunque sin concretar bajo qué tribunal.
El arresto se produjo después de intensos ataques desde el fin de semana por parte de las fuerzas francesas -Licorne- y de la ONU -Onuci- que despejaron el camino. No obstante, el Gobierno francés se esforzó por sostener que fueron las tropas de Ouattara las que llevaron a cabo la detención y no las francesas. El ministro francés de Defensa, Gérard Longuet, explicó que los efectivos galos «no entraron ni en el jardín ni en la residencia» del ex mandatario.
De esta forma, trató de desmentir las primeras informaciones que atribuían la detención a la Licorne. Las fuerzas de Ouattara entraron en Abidjan el 1 de abril, comenzando entonces intensos combates con las fuerzas de Gbagbo. La Onuci y la Licorne han bombardeado desde entonces constantemente las bases militares de las fuerzas de Gbagbo en torno al palacio presidencial. Llegaron a anunciar una inminente rendición que no llegó a producirse. El primer ministro y titular de Defensa del Gobierno de Ouattara, Guillaume Soro. anunció el asalto final y la detención en la televisión estatal de Costa de Marfil, TCI, mientras aparecían vez imágenes de Gbagbo detenido en una habitación del Hotel Golf, hablando con sus vigilantes. Poco después la TCI emitió un mensaje del propio Gbagbo para cesar los enfrentamientos.«Llamo al fin de la lucha. Deseo que la crisis vuelva a su lado civil y que termine rápidamente para que el país se recupere,», declaró. El subsecretario general de la ONU para las operaciones en Costa de Marfil, Alain LeRoy, afirmó que el mandatario arrestado había pedido que «las fuerzas de la ONU en el país les presten protección dentro de ese apartamento, algo a lo que hemos accedido». El anuncio de la detención fue acogido con alegría en Man y Danané, las dos mayores ciudades en el oeste del país, pero un silencio prudente dominaba Duekue, feudo pro Gbagbo donde unas 30.000 personas que huyen de la violencia en esta región. En las primeras, cientos de personas salieron a la calle a celebrar sobre todo poder volver a su vida anterior.
Poco después de la detención, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, mantuvo una conversación telefónica con Alassane Ouattara. París ha ganado un punto en sus objetivos políticos y militares en Costa de Marfil, pero no logra distanciarse de sus prácticas coloniales. Aunque París se intenta desligar de cualquier implicación directa en la detención, persisten las incógnitas sobre las condiciones en que se produjo, y desde el domingo las unidades especiales de la Licorne y de la ONU habían preparado bien el terreno con bombardeos.
Al lado de Ouattara
Ayer, sólo unas horas antes del arresto, testigos y fuentes militares daban cuenta de que blindados franceses se aproximaban a la residencia presidencial y de que los helicópteros de la Licorne dispararon varios misiles, destruyendo parte de la misma. París justificó la intervención por «demanda expresa de la ONU» para neutralizar el armamento pesado.
El Estado francés aparece así como «el brazo armado de Naciones Unidas» para superar el estancamiento del conflicto que ya ha dejado centenares de muertos, pero la detención de Gbagbo no habría sido posible sin los militares franceses, que se han situado en primera línea del conflicto, ante la debilidad de las fuerzas de la ONU y de Ouattara ante Gbagbo.
Pero esta intervención no está exenta de riesgos. Aparecer abiertamente al lado de Ouattara supone un obstáculo a la hora de pacificar el país, que sigue dividido. Hasta ahora, París ha blandido las resoluciones de la ONU, el respecto al resultado electoral, y la defensa de las poblaciones civiles. Pero sobre este último punto, aún tiene la tarea ante las acusaciones a las fuerzas de Ouattara de ejecuciones en el oeste del país.
Para distanciarse de una imagen ligada a la guerra, París ha pedido un gobierno de unidad nacional, ha prometido ayuda económica a un país donde tiene importantes intereses financieros y asegura que evacuará sus unidades militares.
El primer ministro de Ouattara, Guillaume Soro, aseguró que con el arresto de Gbagbo y su esposa «ha terminado la pesadilla». Pero el nuevo presidente tendrá trabajo para poner fin al caos en Abidjan y hacer olvidar que su victoria se debe a la colaboración de fuerzas francesas y de la ONU. Después de cuatro meses de la crisis post electoral llega al poder con cientos de muertos, un millón de personas desplazadas, el sistema sanitario devastado y personas armadas que siembran el terror en Abidjan.
Masacres en el oeste
Con señores de la guerra en sus filas como Wattao Chérif Ousmane o el propio Soro, tendrá que investigar a sus propias tropas y rendir cuentas por masacres de las que se acusa a sus militares en el oeste del país y en algunos barrios de Abidjan como Yopougon (pro-Gbagbo), dónde ya se habla de «ajustes de cuentas», indica el politólogo Michel Galy, especialista de Costa de Marfil.
La imagen de Ouattara, ex responsable del Fondo Monetario Internacional (FMI), y apoyado por los países occidentales, se deterioró gravemente por las acusaciones hacia el FRCI tras la masacre de cientos de personas en Duekué, cuando tomaron la ciudad el 29 de marzo.
La situación se extiende a su hombre fuerte, el primer ministro Guillaume Soro, jefe de la rebelión de las Fuerzas Nuevas.
Según la ONU, al menos 800 personas han puerto por este conflicto desde diciembre, pero la cifra real será probablemente mucho más elevada
La ONU constató grandes movimientos de población de entre barrios de Abidjan, porque ninguno ofrece seguridad real, mientras numerosos cadáveres permanecen en las calles incluso más allá del escenario de los últimos combates.
La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, saludó el arresto de Gbagbo porque envía «una fuerte señal a dictadores y tiranos en todo el mundo». El ministro alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, vio «una oportunidad de una solución pacífica al conflicto».
Human Rights Watch acusó a las fuerzas leales a Ouattara de la muerte de cientos de civiles y de la violación de más de 20 mujeres y niñas en el oeste del país, y a las de Gbagbo, de la muerte de casi 150 personas durante su retirada de esa zona.
La posición de Alassane Ouattara, reconocido por la comunidad internacional y saludado por todos los países occidentales como nuevo presidente de Costa de Marfil, se enfrentará a la dificultad de que parte del país lo verá como «el candidato de los extranjeros», que ha llegado al poder con la ayuda de los bombardeos de fuerzas extranjeras. Incluso es visto como «candidato extranjero», una acusación que ha recibido en los últimos 15 años y que le supuso la exclusión de un proceso electoral.
Esta imagen será un obstáculo para un proyecto de reconciliación nacional y para conseguir restablecer el orden en Abidjan y el oeste del país. Miles de policías, gendarmes o militares han desaparecido de la capital financiera, al no querer enfrentarse ni defender a Gbagbo. En algunos barrios de Abidjan algunas personas salieron a la calle para celebrar el arresto, pero poco después la situación se calmó. El bando de Ouattara ha venido difundiendo en los últimos días unas consignas pidiendo a sus seguidores que no se manifestaran tras la detención de Gbagbo y en las que advertía de la presencia de individuos armados en Abidjan y que las FRCI necesitan tiempo para apaciguar los diferentes barrios.
Por otra parte, el toque de queda decretado por el presidente Ouattara fue prolongado hasta mañana en el territorio de Abidjan, de las 18.00 a las 00.06 hora local. GARA
La jefa de la diplomacia de la que, Catherine Ashton, aplaudió el arresto de Gbagbo, mostró su apoyo a Alassane Ouattara y prometió ayuda para que Costa de Marfil «relance lo más rápidamente posible su economía y contribuir a su estabilidad».