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Victoria Saavedra: «Jamás tendremos cuerpos para enterrar»

Entrelazar en una misma cinta la astronomía y la memoria histórica puede parecer complicado e incluso un sinsentido, pero el veterano documentalista chileno Patricio Guzmán une, en «Nostalgia de la luz», a los desaparecidos en la dictadura de Pinochet con el cosmos.
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M. LARRINAGA | DONOSTIA

Patricio Guzmán es el artífice de este documental sobre el estudio del universo y de las mujeres que día a día recorren el desierto de Atacama buscando los restos de los desaparecidos durante la dictadura de Augusto Pinochet, una etapa negra que se prolongó entre 1973 y 1990. «Nostalgia de la luz» se proyectará hoy en el marco del Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia en el Teatro Victoria Eugenia a partir de las 19.00.

El desierto de Atacama ocupa 105.000 kms. cuadrados y en él se unen la historia de Chile y la historia del universo. A tres mil metros de altura, los astrónomos de todo el mundo se reúnen en Atacama para observar las estrellas. Ahí, la transparencia del cielo permite ver hasta los confines del universo. Al mismo tiempo, abajo en la tierra, la sequedad del suelo preserva los restos humanos intactos: mineros, indígenas y osamentas de los prisioneros políticos de Pinochet.

Victoria Saavedra es la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados y Detenidos Desaparecidos Políticos de Calama, así como una de las participantes en el documental rodado por Patricio Guzmán. Su hermano fue uno de los miles de casos registrados en su país. Hoy en día se conocen 3.000 casos de desaparecidos y 700 de los llamados «ejecutados sin entrega de restos».

Actualmente seis mujeres buscan a diario los restos de sus desaparecidos: padres, hermanos, maridos, desconocidos... Luchan por saber la verdad de lo ocurrido en la misión llamada «Retiro de televisores», donde los militares pinochetistas reunieron los cuerpos sacados de las fosas comunes para hacerlos desaparecer. Nadie sabe dónde están. «Nunca tendremos cuerpos para enterrar. Jamás», sentenció ayer Saavedra en Donostia. Y es que, aunque hoy se sabe más o menos cómo fue el proceso del «Retiro de televisores» gracias a los soldados de bajo rango que se han atrevido a hablar, existen dudas de si los cuerpos acabaron en el mar.

Saavedra lleva 38 de sus 68 años buscando a su hermano que, tras estar cinco días incomunicado, fue fusilado. Durante esos días sufrió todo tipo de torturas. «Cuando lo vi no lo reconocí», dijo Saavedra. «El día del fusilamiento lloró. El encargado de la tropa de fusilamiento lo trató de cobarde y lo dejó el último para que viera como morían los demás. Y, riéndose, le dio el tiro de gracia». Saavedra consiguió toda esta información en un informe que ella misma leyó. «De mi hermano ha sido del que más restos se han encontrado»: parte de su dentadura, de su cráneo y su frente con un tiro de gracia y un pie en una bota.

Además, a la dificultad del desierto se le une los movimientos que el nuevo Gobierno chileno ha realizado en la sección encargada de esclarecer esos años. «Se han reemplazado quienes trabajaban el tema por personas que no tienen ni idea». «Este Gobierno ha sido un estancamiento», sentenció Saavedra.

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