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Raimundo Fitero

Series de la 2

Sin hacer un estudio exhaustivo, parece evidente que La 2 selecciona de una manera muy especial las series que emite. Deben atender a un segmento de la audiencia que se supone está interesado en un tipo de humor o de contenidos que no tienen que ser mayoritarios o populistas. Tenemos cosas muy curiosas como es «Dos hombres y medio», la serie que bate récords en la televisión americana, que ha llevado a su protagonista Charly Sheen a ser el actor mejor pagado, y que vive con unos resultados no comerciales en esta cadena. Algunos somos fieles de esta serie por la aparente sencillez de sus tramas y de su producción pero que transpira un humor ácido, como una suerte de radiografía de un modelo de convivencia muy codificada. Sus actores se mueven en sus papeles de una manera absolutamente orgánica, y los asuntos tratados, tanto como los roles, son en ocasiones muy controvertidos, especialmente en lo que tiene que ver con las relaciones con las mujeres.

También se emite en esta cadena «Mujeres desesperadas», otra serie que tuvo unos momentos de aceptación bastante más importantes cuantitativamente que lo que sucede en su presencia actual en La 2. Sigue siendo la misma estructura, los mismos guionistas, la misma mirada desesperadamente crítica a la convivencia en una urbanización, a las cuitas entre amigas, conocidas y vecinas, sus relaciones con los hombres. Podría considerarse que, salvando las distancias de formato y producción, pueden ser dos series complementarias, con un mismo tema transversal: las relaciones personales, vistas desde la mirada de hombres, algo machistas, y de mujeres algo desesperadas.

Tenemos algunos problemas de empatía con la serie titulada «Wallander», es una producción sueca, a partir de los casos que resuelve el maduro policía Kurt Wallander que encumbró a su autor, Hennnig Mankel, a las listas de éxitos. Nos deja descolocados y creemos que es por culpa del doblaje. Es como si no se correspondiera esa imagen con esa voz. Además es un tipo de narración mucho más pausada, muy reflexiva, y a eso no estamos acostumbrados en estos tiempos. El paso de la novela a la tele siempre es complicado.

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