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Anna Arqué | Portavoz de la consulta sobre la independencia

«La independencia ya no es una cuestión marginal»

Anna Arqué (Lleida, 1972), perfecta desconocida hasta hace unos meses, ha sido la portavoz internacional de la consulta sobre la independencia de Barcelona. Harta de los políticos, según dice, ahora se mete a la política de la mano de Joan Laporta.

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Beñat ZALDUA | BARCELONA

El 21% de los barceloneses -257.645 ciudadanos-votaron el domingo pasado en la consulta sobre la independencia, resultado que superó las expectativas de los organizadores, que no contaron con la ayuda de ninguna institución para llevar a cabo esta iniciativa y fue mayor que la participación registrada en 2010 en la consulta sobre el futuro de la avenida Diagonal. Anna Arqué, una de las organizadoras, nos habla del proceso, de los pasos que vienen ahora y del papel de los políticos, que también será el suyo en mes y medio. Arqué es la quinta en la lista de la coalición formada por Esquerra Republicana, Reagrupament y Democracia Catalana.

¿Qué significa que más de un 21% haya votado en la consulta por la independencia y que, mayoritariamente, haya votado que sí?

La primera palabra que me viene a la cabeza es victoria. Significa que la gente ha entendido que la ciudadanía es capaz de organizarse como pueblo soberano que es. Además, el hecho de que casi el 90% haya votado que sí, significa también una victoria y, sobre todo, un desmentido. Se había dicho que Barcelona no era una plaza donde la gente quisiese trabajar por la independencia. Se pensaba que la capital era una ciudad plagada ciudadanos cosmopolitas, como si eso fuese contrario a querer la independencia.

¿Se esperaban este resultado?

Personalmente, yo soy una persona que me espero mucho de nosotros mismos. Nunca había pensado que el número de gente que quiera un Estado propio sea minoritario, lo que pasa es que era complicado conseguir trasladar el mensaje a una ciudad tan grande, sin los medios que te puedan apoyar en una iniciativa como esta. Pero lo hemos conseguido, en buena parte.

En la pregunta del pasado domingo se hablaba de «nación catalana», ¿Qué mapa se hace en la cabeza al hablar de este término?

El de Països Catalans: Principat, Valencia, la Franja, Balears, Catalunya Nord y Alguer.

¿Cómo ha sido poner de acuerdo ha gente tan diversa en este proceso?

El proceso ha sido un punto de encuentro multideológico, multigeneracional... era clave que fuese así y todos hemos puesto de nuestra parte para llevar a buen puerto este compromiso de país. Lo teníamos muy claro. Ha habido, evidentemente, momentos tensos, pero la verdad es que lo conseguimos.

¿Era necesaria la mención a la Unión Europea en la pregunta?

Era necesaria, porque si no, no se acaba de entender el mensaje de lo que queremos. Tenemos que tener en cuenta que nos dirigíamos a todo el país: al abuelo, al joven, a la señora, a todos. Por lo tanto, lo que no se puede hacer es comenzar a subordinar el objetivo más importante, que es la independencia, a condicionamientos paralelos que lo único que pueden hacer es complicar y desvirtuar el mensaje. Si empezábamos a mezclar un cambio más allá que el cambio natural, que es el Estado propio, hubiésemos creado una confusión que no era constructiva ni positiva. Por mucho que no nos guste o nos guste la Unión Europea, discutámoslo cuando seamos un Estado.

No a todos les ha gustado la utilización de lugares como el centro comercial Las Arenas o la sede de UGT para actos clave de la consulta. ¿Por qué estos lugares?

Porque la consulta era sobre la independencia y no por la independencia. Por lo tanto, no es una consulta independentista. Es una consulta que pone encima de la mesa el debate sobre la independencia. Estos escenarios se han buscado porque la consulta implica a los del sí y los del no. Además, Las Arenas es una antigua plaza de toros y está situada en la plaza Espanya, por lo que también tenía un contenido simbólico. Como segunda razón, creo que el independentismo debe salir de los polideportivos y ponerse traje. La independencia ya no es una cuestión marginal.

¿Ha habido intentos de grupos políticos de monopolizar el proceso de la consulta?

Sí, de todos. Se dieron cuenta de que era una cosa de gran magnitud, importante, con fuerza propia. El movimiento social les adelantó y han intentado hacérselo suyo. Pero no lo han conseguido porque la fuerza del movimiento social era demasiado grande

¿Y la posición de CiU, que en la calle dice sí, pero en el Parlament veta la Ley sobre la declaración de la independencia?

Quizás es porque se dedican más a hacer malabarismos que política real. Lo que nosotros queríamos era que participasen en la consulta. Ellos han querido decir que han votado que sí públicamente, para intentar acaparar un poco este escenario independentista. Eso los lleva a un callejón. En la calle dicen que sí, en el Parlamento que no, parece que quieren tocar todos los instrumentos de la orquesta. Llega un momento en el que no estamos hablando de políticas sociales donde pueda haber matices. Estamos hablando de la independencia, la quieres o no la quieres. Y si la quieren, tienen que ser lo suficientemente valientes para liderar el proceso en las instituciones.

¿Y ahora qué?

Se tiene que continuar de la misma manera que comenzó: con una mirada muy amplia, siendo conscientes de que el movimiento social lo dirigimos todos, miles de personas. Pero sobre todo, hay que continuar. No pensar que hemos hecho una cosa bonita y parar para no estropearla. No. Si hace falta se estropea. Aquí lo único que queremos es el Estado propio.

Entonces, ¿La independencia, para cuando?

Cuando la gente lo quiera y sus representantes estén a la altura, porque, si no, los cambiarán. Que la gente entienda que los pueden cambiar.

 

 

continuar

«Hay que continuar. No pensar que hemos hecho una cosa bonita y parar para no estropearla. Si hace falta se estropea. Lo único que queremos es un Estado propio»

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