El miedo a la radiactividad causa rechazo hacia los evacuados de Fukushima
El temor a la radiactividad está provocando la discriminación en centros de acogida y hospitales de los evacuados del perímetro de seguridad de la central nuclear de Fukushima, a pesar de que los expertos insisten en que no representan ningún peligro para los demás.
Kimiko DE FREYTAS-TAMURA (AFP)
Los habitantes que huyeron de los alrededores de la central nuclear de Fukushima, gravemente dañada por el seísmo y el tsunami del 11 de marzo, están siendo rechazados en los centros de evacuación por temor a que sean radiactivos y contaminen a otras personas.
Esos refugiados, que tuvieron que abandonar sus domicilios, granjas y ganado a consecuencia del accidente en la central nuclear de Fukushima I, necesitan un certificado oficial de la prefectura para demostrar que no están contaminados, y así poder entrar en los centros de acogida.
Los aparatos detectores instalados en la entrada de los edificios se han convertido en puestos de control que dan acceso a un lugar para dormir o incluso a atención médica, a pesar de que los expertos aseguran que los evacuados de Fukushima no representan ningún peligro para los demás.
«A menos que se trate de empleados de la central, la gente ordinaria no es peligrosa», asegura Kosuke Yamagishi, del departamento médico de la prefectura de Fukushima. «La gente está muy inquieta, lo que por desgracia puede provocar discriminación», indicó a AFP.
Según el diario «Mainichi», una niña de ocho años oriunda de Minamisoma, localidad situada a 20 kilómetros de la central, fue rechazada en un hospital de Fukushima por no tener el certificado de no radiactividad.
El padre de la menor, Takayuki Okamura, declaró al periódico: «Yo ya estoy preocupado por nuestra evacuación. Ha sido un verdadero shock enterarnos de que nuestra cita fue anulada».
Certificado o detección
Pero los responsables de los centros de evacuación mantienen sus posiciones e insisten en sus exigencias. Según uno de ellos, todas las personas residentes en un radio de 30 kilómetros alrededor de la central nuclear «deben presentar el certificado» y si no lo tienen, «someterse a detección en el lugar». «Es para que los demás evacuados se sientan seguros», añadió el responsable, que pidió el anonimato.
El episodio recuerda la discriminación que sufrieron los «hibakusha», los supervivientes de las bombas atómicas lanzadas por EEUU en Hiroshima y Nagasaki en 1945, que fueron marginados para que no contaminaran a otras personas.
Los certificados son emitidos por el Gobierno de la prefectura de Fukushima, donde decenas de miles de personas se han visto obligadas a abandonar un área de 20 kilómetros alrededor de Fukushima I o a permanecer confinadas en sus hogares en una franja de 10 kilómetros más.
Kenji Sasahara, director de un centro de detección en Minamisoma, declaró que muchos evacuados están indignados por tener que presentar un certificado.
«De más de 17.000 personas analizadas, ninguna presentaba ningún riesgo, salvo tres operarios de la central», precisa. «La gente está furiosa. Minamisoma tiene ahora la imagen de una ciudad contaminada», señaló a AFP por teléfono.
La desconfianza se extiende más allá de la región. Una habitante de la prefectura de Fukushima escribe en su blog que un hotel de la prefectura de Saitama, al norte de Tokio, se negó a alojarla a ella y a su familia.
«Cuando expliqué que ni siquiera veníamos de una zona de evacuación, el recepcionista del hotel me respondió: `ustedes no pueden alojarse aquí sin tener la prueba de que no son hibakusha'».
TEPCO se mostró dispuesta a indemnizar lo antes posible a los evacuados por el accidente nuclear. Medios locales indicaton que el pago podría durar más de una década. Su presidente , Masataka Shimizu, admitió que la compañía atraviesa por «la situación más seria y crítica desde que se estableció».
El director de la Agencia Rusa de Energía Atómica, Serguei Kiriyenko, ha afirmado que Japón exagera la gravedad del accidente de Fukushima I, tal vez por razones no nucleares sino económicas relacionadas con la definición de la fuerza mayor concerniente a los seguros. «Es un poco extraño», dijo.
La región que rodea a la planta nuclear accidentada en Fukushima podría ser inhabitable al menos durante los próximos diez o veinte años, aseguró ayer un asesor del primer ministro japonés, Naoto Kan.
«No se puede vivir allí todavía. Eso podría durar entre diez y veinte años», declaró a algunos medios de comunicación japoneses Kenichi Matsumoto.
Al principio, Matsumoto señaló que esas declaraciones habían sido realizadas por Kan durante una reunión celebrada en la residencia del jefe del Gobierno, según las agencias locales Jiji y Kyodo y el canal de televisión TBS. Luego, tras recibir una llamada del primer ministro al respecto, matizó y dijo que eran declaraciones suyas.
También ayer, la OMS señaló la importancia de establecer sistemas de vigilancia sanitaria por un plazo de entre diez y veinte años, con el fin de medir los efectos a largo pazo del accidente nuclear sobre la salud. La directora de Salud Pública y Medio Ambiente, María Neira, dijo que tal vez aún sea demasiado pronto para hacerlo esos sistemas ya que el país todavía está «en una fase muy aguda de la detección» de radiactividad. GARA