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El fútbol femenino cumple 40 años desde su primer partido internacional

Francia y Países Bajos jugaban el 17 de abril de 1971 el primer partido internacional femenino, con carácter oficial, reconocido por la FIFA. Apenas 1.500 personas acudieron a verlo, y Francia ganó 4-0, pero lo más importante era que habían hecho historia. Hoy, ya suman 40 millones de practicantes.

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Joseba VIVANCO

La sueca sinónimo de gol Hanna Ljungberg, la legendaria batuta noruega Hege Riise, la popular italiana Carolina Moracela, la más destacada jugadora china de la historia Sun Wen... Ellas son el pasado. La talentosa sueca Eva Lotta Schelin, la inglesa Kelly Smith, la laureada germana Nadine Angerer... Ellas son el presente. La adolescente delantera neozelandesa Rosie White, la estrella alemana Kim Kulig, la noruega Isabell Lehn Herlovsen, la goleadora estadounidense Amy Rodríguez... Ellas son el futuro.

¿Le suenan todos estos nombres? Si no siguen con mucha atención el fútbol femenino, es probable que ni remotamente. El próximo mes de junio (del 26 al 17 de julio) hay fútbol internacional, y del bueno. Tenemos Mundial sí, en Alemania. Y no, nadie quiere destronar a la `roja', sino a la canarinha vigente campeona. La Copa Mundial Femenina reunirá a las 16 mejores selecciones del planeta, y sin permiso del fútbol masculino. Se anuncia que su cobertura televisiva no tendrá parangón con anteriores citas, ni en audiencias ni en los medios técnicos para retransmitir los encuentros. El propio presidente de la FIFA, Joseph Blatter, asegura que «el futuro del fútbol es femenino».

Pero la efervescencia y consolidación del balompié entre las mujeres que se palpa, no ya en los terrenos de juego de primer nivel o patios escolares, sino también en las gradas de los estadios, se ha asentado sobre no pocas dificultades y discriminaciones.

«Aquello fue un sueño hecho realidad»

En 2010 se disputaron 512 partidos internacionales de máximo nivel, la cifra más alta de la historia, pese a que hace unas pocas décadas una revista deportiva de reconocido prestigio como ``France Football' sugería que «todos los intentos organizados sólo pueden estar condenados al fracaso... En nuestra opinión, el fútbol es sólo para hombres».

El `editorial' de la revista se refería al reconocimiento oficial del fútbol femenino por la Asociación de Fútbol de Francia, un hito que se hizo realidad cinco años después, el 29 de marzo de 1970. Un año más tarde, el 17 de abril (se cumplirán 40 años el próximo domingo), el combinado del gallo disputaba contra los vecinos Países Bajos el considerado por la FIFA como primer partido oficial internacional femenino de la historia.

«Aquella época era el paraíso. Fue un sueño hecho realidad», recuerda hoy Marie-Louise Butzig, de 66 años, portera de aquel legendario equipo francés. Collete Guyard, otra componente del grupo, acababa de cumplir 18 años. «El ambiente del autobús era estupendo. Cantábamos canciones algo atrevidas, jugábamos a las cartas y nos contábamos historias».

Aquel encuentro apenas tuvo repercusión social, más allá de los 1.500 espectadores que acudieron a presenciarlo. El once francés ganó 4-0, y el inesperado premio fue acudir a una Copa Mundial no oficial ese año en México. Pero, para la historia, el resultado fue lo de menos. La puerta quedaba abierta. Al año siguiente, los combinados de Escocia e Inglaterra jugaron en Glasgow el segundo partido oficial internacional, ¡casi 100 años después de que las dos mismas selecciones jugaran el primer encuentro oficial internacional masculino en 1872!

Fueron pioneras y heroínas a la vez. Porque el entorno social de la época era demasiado hostil. «Oíamos comentarios desagradables a nuestras espaldas -rememora Butzig-. En mi trabajo, algunos me decían que debería limitarme a zurcir calcetines en vez de jugar al fútbol». Gislaine Royer-Souef, otra jugadora del equipo, siempre era la recogepelotas en los partidos de sus hermanos. «No era fácil jugar al fútbol si eras chica. Todas escuchábamos burlas», confiesa.

Un juego de hombres... y no sólo en los campos de juego franceses. En la vecina Alemania, el fútbol femenino permaneció prohibido hasta el 30 de octubre de 1970, con lo que el Mundial 2011 -el sexto que se celebra, y por primera vez en Alemania- será toda una reivindicación. Hoy parece inconcebible, pero entonces se instaba a los propios clubes a no dejar jugar a las chicas. Incluso desde el punto de vista cientifíco, se daba por sentado que biológicamente las mujeres no estaban preparadas para dar patadas a un balón, y era mejor que se dedicaran a la natación, atletismo o balonmano.

«El fútbol era considerado un deporte demasiado físico y tosco, una imagen que no cuadraba con el `sexo débil' y hacía que todos se mofaran de nosotras», recuerda Hannelore Ratzeburg, actual vicepresidenta de la Asociación de Fútbol Alemana. Eso sí, añade que «con todo, las mujeres que querían jugar lo hacían de todas maneras».

En la primavera de 2009, casi 45.000 personas asistieron al partido amistoso entre Alemania y Brasil (que disputaron la última final, en China 2007). El camino ha sido largo, queda mucho por hacer en cuanto a profesionalización y reconocimiento, pero el balompié femenino es imparable.

Ayer arrancó la renovada Liga inglesa

Una prueba palpable de esa tendencia echó a rodar ayer en los terrenos de juego ingleses. Como en otros países, hasta 1971 la Asociación de Fútbol de Inglaterra proscribió cualquier competición femenina, amparándose en el argumento de que «el fútbol es un deporte no apto para mujeres y, por tanto, no se debería incentivar su práctica».

Cuatro décadas después, ayer, arrancaba la novedosa Women's Super League, con el atractivo derbi londinense entre Chelsea y Arsenal. La competición sustituye a la Women's Premier League disputada hasta ahora, y no supone un simple cambio de nombre, sino una profunda transformación del funcionamiento de los clubes femeninos.

El sistema tradicional presentaba muchos problemas, con campos compartidos con equipos masculinos, clubes que contaban generalmente con administradores voluntarios, mercadotecnia mínima y un público que se reducía a grupos de 50-100 personas.

Ahora se han fijado en la referente Liga estadounidense, refundada hace dos temporadas tras la quiebra de la anterior en 2003. La Federación inglesa será propietaria y administradora de la nueva Liga, invirtiendo tres millones de libras en la competición y su funcionamiento durante dos temporadas.

Con el objetivo de enganchar al gran público en los estadios, la Liga se disputará en verano -aunque este año será entre abril y agosto, con el obligado parón del Mundial-, esquivando el frío invernal y cubriendo el hueco que deja la acaparadora Premier League masculina. Además, un canal televisivo transmitirá cinco partidos en directo durante la primera temporada, y 30 minutos semanales de promoción adicional.

Inicialmente, ocho equipos disputará 14 partidos por temporada. Cada club tendrá derecho a pagar a un máximo de cuatro jugadoras un salario de más de 20.000 libras, con el objetivo de estimular el intercambio de talentos y evitar un gasto excesivo. Incluso algunas de estas jugadoras internacionales inglesas recibirán de la Federación un contrato salarial adicional de 16.000 libras, convirtiéndolas en futbolistas profesionales, si bien la mayoría ya es semiprofesional.

También sus instalaciones médicas, de entrenamiento y juego deben cumplir ciertos criterios establecidos para impulsar el desarrollo del fútbol femenino, y no menos importante es su solvencia económica, exigencias que han llevado a algunos clubes a desistir de participar en la competición.

La entrenadora de la selección inglesa, Hope Powell, no duda del acierto: «Pienso que es algo muy bueno. No estamos obligadas a competir con el fútbol masculino en cobertura o audiencia. Tenemos nuestro canal y esperamos que, como la Liga se disputa en verano, haya más gente que quiera asistir al estadio. Confío en esta nueva etapa».

La esperanzadora Liga femenina inglesa acaba de echar a andar, y otro tanto ha hecho la Woman´s Professional Soccer estadounidense -donde reina la cinco veces Jugadora Mundial de la FIFA, la brasileña Marta, que esta temporada jugará en el debutante Wenster New York Flash-, y también la Toppserien noruyega, la Damallsvenksan sueca o la L-League japonesa. Pero, sin duda, la novedad de estas últimas semanas y una clara muestra del avance del balompié de mujeres es que en febrero se estrenó, con seis clubes, la primera Liga femenina de fútbol de once jugadoras de Palestina.

Seis mujeres seleccionadoras

Noticias alentadoras en vísperas de la VI Copa Mundial de Alemania. Un evento que no sólo quiere reflejar el potencial futbolístico femenino, sino que también pondrá en evidencia su madurez. Con toda probabilidad, 6 de los 16 banquillos de las selecciones nacionales que concurrirán al campeonato estarán ocupados por mujeres, una tendencia que está cobrando fuerza en los últimos años, y es que llevar la dirección de un equipo en el máximo nivel del fútbol femenino cada vez se hace menos extraño.

«Sólo una mujer que haya superado todos los obstáculos a los que las mujeres tienen que enfrentarse durante su carrera sabe lo que significa jugar a este nivel tan alto. Si eso nos hace o no mejores entrenadoras deben decidirlo otros», afirma la sueca Pia Sundhage, que liderará el equipo yankee.

El espectáculo del fútbol femenino está listo para hacer su debut. Es cierto que son muchos los aficionados masculinos al balompié que todavía minusvaloran el estilo de juego practicado por mujeres, o lo tachan de aburrido. Este Mundial puede ser un descubrimiento para todos ellos. A favor de las féminas juega el hecho de que, si de goles se trata en este deporte, las estadísticas de la FIFA evidencian que ellas se llevan la palma. Su promedio de tantos en partidos internacionales es mayor que en el caso de los hombres. Y si el gol es la salsa del fútbol...

La Superliga estatal se encuentra muy lejos aún de la profesionalización

La Superliga femenina en el Estado español apura este fin de semana su desenlace, ya que se conocerán las dos finalistas de la presente temporada. Una competición que alcanzó su buena dosis de proyección mediática gracias a los triunfos del Athletic en los primeros años de la pasada década. La mayoría descubrieron entonces el fútbol femenino de la mano de las rojiblancas en el propio San Mamés o de nombres para el recuerdo como el de Milene Domingues Ronaldinha, novia por entonces del astro brasileño y que recaló en el Rayo Vallecano. Pero la consolidación de esta Liga sigue estando lejana de la de campeonatos como el inglés, alemán o de los países nórdicos. Los ingleses cuentan con más de 150.000 fichas de jugadoras, frente a las 17.000 del Estado español. Hablar de profesionalización se antoja una quimera. «Hay jugadoras con contratos de pizzeras», afirmaba hace poco María José López, presidenta de la Asociación de Clubes Femeninos de Fútbol. A diferencia del baloncesto femenino, donde desde 2007 existe un convenio laboral regulado, en el fútbol mandan las relaciones contractuales entre los clubes y sus jugadoras. «El Athletic, hasta hace dos o tres temporadas no ofrecía sueldo a sus jugadoras, sólo se les pagaban dietas. Ahora reciben un sueldo a todos los efectos, que desconocemos cuánto es, pero que no llegará a 1.000 euros», responden a GARA desde la web txapeldunak.com, dedicada al fútbol femenino vasco. «Pero vamos, profesionales no son», añaden. ¿Qué le hace falta a este fútbol para su despegue»? «Unos diez últimos empujones», asentía Lalu Albarrán, responsable de futfem.com, única web de fútbol de mujeres a nivel estatal. A ver si cunde el ejemplo de otras Ligas.

PRESIÓN NÓRDICA

No fue hasta el Congreso de la FIFA de 1986, en México, durante la disputa del Mundial masculino de ese año, cuando su presidente Joao Havelange, ante la petición de las mujeres nórdicas, accedió a la celebración de un torneo «experimental», hoy Copa Mundial

40

millones

de niñas y mujeres juegan actualmente al fútbol con licencia en las 208 federaciones asociadas a la FIFA, frente a los 120 millones de fichas masculinas, pero con un siglo más de historia.

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